viernes, 26 de noviembre de 2010

LA FIESTA DE MUERTOS, LOS ALTARES Y LAS OFRENDAS.

¿SABES QUIEN VIENE A CENAR?

Otoño 2010

Para el siglo XVII Jean de la Bruyére decía “La muerte no llega mas que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida” y es que la existencia de todos los vivientes es temporalmente limitada, tiene un comienzo y un final, ocupa un fragmento relativamente despreciable en la cronología cósmica. La peculiaridad del hombre no consiste en una mayor o menor brevedad; tampoco en que el se muere, mientras que los individuos de las demás especies simplemente se extinguen. La diferencia entre un hombre y un animal, es que el hombre, en todo momento, sabe que morirá y tiende a programar su camino, de hecho, construyó el paradigma del tiempo y supo del pasado, del presente y del futuro, su trayectoria se basa en función de una caducidad no deseada, pero obligatoria.

La muerte es el germen más grande de angustia porque es un mal superior e ineludible y es por eso que la mente arbitra infinidad de tácticas de escape efímeras y parciales

De ahí que, el ser humano ha desarrollado una infinidad de estrategias que tienen como objetivo disminuir o aminorar los efectos producidos por la presencia de la muerte. Existe una diferencia tajante entre la muerte real que se manifiesta en la corporeidad de un individuo muerto, es decir un cadáver, y la otra muerte que la tenemos representada en nuestras ideas; la primera nos produce horror, angustia, miedo, nauseas mientras que la segunda nos seduce, nos atrae y hasta nos puede parecer juguetona.

La diferencia entre una calavera de azúcar y un cuerpo en descomposición es abismal, una la podemos disfrutar y sentir placer o alegría, la manipulamos y bromeamos con ella; mientras que, el cadáver es sombrío, aterrador, frío ye insoportable. Es decir, la muerte tiene una doble identidad: una es la muerte imaginaria y la otra, la que se manifiesta en el cadáver, es la muerte real.

Por ahí se ha dicho que los mexicanos nos burlamos de la muerte, que le hablamos de tú que jugamos con ella y que hacemos bromas macabras. Yo pregunto: ¿qué hacemos los mexicanos cuando estamos ante la presencia de un cadáver?

Para nosotros los mexicanos, como muchas otras sociedades en el mundo, la muerte tiene una doble cara, pero ahora solo hablaremos de la muerte imaginaria, es muerte con la que jugamos, que la saboreamos y que esperamos celebrar los días 31 de octubre, el 1º., el 2º. y, en algunos, lugares hasta el 3 de noviembre.

Estos días del año los conocemos como los días de Muertos o de la Fiesta de los Muertos.

Entre las fiestas mas extendidas en nuestro país, se encuentra la fiesta de Muertos, del Día de los Muertos o la fiesta de los Santos Difuntos, el nombre va de acuerdo a la región y de quienes la celebran. Lo que si es cierto es que esta es una celebración que involucra tanto zonas rurales como urbanas de nuestro país, es parte importante del ciclo festivo que posee un fuerte carácter, tanto ritual religioso como de actividades lúdicas o seculares. La fiesta de Muertos, tiene una importante raigambre en las tradiciones que pudieran rastrearse desde el periodo prehispánico, sobre todo en las culturas mesoamericanas.

La fiesta de muertos como parte de la herencia cultural de estos grupos, posee un peso específico tan importante, que es una de las formas culturales que nos permiten valorar su importancia en cuanto a las relaciones de identidad entre los individuos de una comunidad.

Como es sabido, las fiestas tradicionales, además de presentarse como una conjunción de elementos propios y ajenos, es decir, como un producto sincrético, nos permiten visualizar las creencias, las actitudes, las percepciones y los significados de todo aquello que vincula a las sociedades.

¿Cuándo comenzó la fiesta de Muertos? No se tiene idea, pero tal parece que aun en las diferencias que pudieran observarse de la fiesta, tanto en el ámbito rural como en el ámbito urbano, nos hacen pensar que la Fiesta de Muertos actualmente, tiene un carácter más secular que religioso.

Han sido muchas las ocasiones en que, por la importancia que reviste la Fiesta de Muertos, esta ha sido objeto de promoción de “nuestra identidad”, como una obsesión por impulsar nuestras raíces culturales, hasta se ha llegado a intentar desproveerla de su carga religiosa o de sus nexos europeos, intentando convertirla en una festividad totalmente secular “mexicanizada”.

Otros intentos de manipular la fiesta de muertos han consistido en tratar de manipularla para privilegiar sus nexos con las culturas prehispánicas e intentar abordarla, como una oportunidad para reflexionar sobre su contenido espiritual y filosófico prehispánico e incluso se ha intentado, a partir de ella, tratar de definir qué es y cómo es el mexicano.

Todos sabemos que la fiesta de Muertos es la concreción de las ideas que se tienen acerca de la vida y de la muerte, de los vivos y de los muertos, es la oportunidad que se tiene para recordar a los antepasados y convivir con ellos, es la ocasión en la que podemos detener nuestras vidas cotidianas para reflexionar un poco en quiénes somos y de quiénes venimos.

Es una oportunidad para recordarnos que somos mortales, que la finitud de nuestras vidas, en algún momento nos llevara a ser recordados en un evento como este.

Alguna vez seremos los invitados de nuestros familiares, amigos o de quienes nos mantienen en su memoria, para convivir con ellos. Alguna vez seremos los antepasados de alguien y seremos parte del recuerdo de quienes se reúnan en torno de un altar, de los que encienden una vela o de los que erijan una ofrenda para ser recordados y nombrados nuevamente.

Así como para hacernos saber que algún día nos ofrecerán los alimentos que mas nos gustaban y que contarán las anécdotas con las que se nos identifican.

Creo que la Fiesta de Muertos, tal vez por su importancia, es una de las festividades mas abordadas en el campo de las manifestaciones culturales de los mexicanos. Se han escrito tantos e innumerables libros y artículos, tanto etnográficos como históricos en torno a esta fiesta, que podríamos pasar muchas horas hablando de ellos.

Recientemente se ha proclamado como parte del patrimonio cultural universal, cási cási se ha decretado un copy right o derechos de autor en español, así como sucedió con el tequila y las guayaberas, una nominación de origen. Ya saben como son los chinos…

Lo que también es un hecho, es que la Fiesta de Muertos, coincide con la temporada de cosecha y a partir de la abundancia de productos agrícolas, esta fiesta está estrechamente relacionada con el ciclo agrícola mexicano, de ahí que podamos observar en ellos la sorprendente abundancia de alimentos frescos como preparados, así como también, las grandes cantidades de estos productos que son intercambiados, la fiesta de Muertos es, entonces, una oportunidad para permitir el intercambio, un intercambio entre los vivos y los muertos, además de ser un intercambio entre vivos primordialmente.

Parte esencial de la fiesta de Muertos, es la elaboración de altares u ofrendas, como generalmente se les llama, nosotros les diremos altares. Estos altares para los muertos, tiene dos formas, unos son los altares que se erigen en los cementerios, sobre las tumbas, en los que se les colocan velas y flores, algunos alimentos y objetos que relacionan al muerto con sus familiares, estos altares les llamaremos públicos por que están a la vista de todos y pueden ser visitados por todos.

Cuando son erigidos estos altares públicos, generalmente se velan, es decir se pasa la noche junto a ellos, a la intemperie, cantando, comiendo, bebiendo café o un buen trago y es ahí, en el cementerio, donde se reciben las visitas, donde se intercambia ofrenda.

Los olores de las flores de muerto o cempasúchil, del incienso o la mirra quemados, de las hierbas como el pericón, del pirú, la ruda, la garra de león y tantas otras, ofrecen al olfato y a la vista las características que todos nosotros, los mexicanos (pobres los demás), reconocemos inmediatamente, nos son propios. ¿Quién no se ha deleitado con una rebanada de pan de muerto o unos vaporosos tamalitos junto a un jarro de atole o de chocolate en agua, para luego saborear un delicioso mole y terminar con unas relucientes mandarinas, unas jugosas naranjas y para rematar un extraordinario dulce de calabaza. Bueno todo esto se lleva a cabo en los cementerios.

Generalmente a la entrada de los cementerios se coloca un arco gigantesco hecho con vara y adornado con flores de muerto, papel picado y algunas alegorías de la muerte, generalmente son cráneos de cartón y esqueletos de papel.

La música es un elemento importante, esta puede ser interpretada por una banda de viento o con grupos menores, así los sones y canciones que se escuchan o bien, fueron del gusto del difunto o tienen algo que decir sobre la muerte, debemos recordar que la muerte es el germen creador e inspirador de las artes. De manera que es fácil encontrar música y danza inspiradas en la muerte y los muertos. En México existen diferentes géneros musicales y dancísticos que son utilizados por los diferentes grupos étnicos para los funerales o para las fiestas de muertos.

En las casas se erigen lo que conocemos como altares domésticos, son un algo más privados, más íntimos, más familiares. Generalmente, en los lugares, en los que tradicionalmente se erigen estos altares, seguramente tienen un lugar propio y especifico en el que se colocará, por ejemplo, en el caso de la zona de los valles centrales del estado de Oaxaca, los predios habitacionales poseen una habitación, generalmente ubicada al poniente, que se le llama la Casa de Dios y es en este lugar, donde se encuentra un altar de uso cotidiano que se transformara en un altar de muertos.

La mayor de las veces los altares de Muertos se encuentran enmarcados por uno arco que generalmente esta construido con cañas de maíz adornadas con flores de muerto y fruta colgada con hilos, no es difícil encontrar figuras de santos, vírgenes y cristos, propios de la religión católica, así como banderas de papel picado, relucientes manteles bordados y coloridos floreros.

A los objetos colocados en el altar, tales como las flores, la fruta, los alimentos preparados, el pan, los dulces, los cigarros, el alcohol, el chocolate, en algunos lugares se colocan animales vivos como tejones, armadillos, palomas, serpientes, cerditos, gallinas, hasta peces y ranas, bueno a todo esto le llamaremos ofrenda.

Y es ofrenda, por que se los estamos “ofreciendo” a los difuntos que vendrán a visitarnos y a convivir con nosotros, se los estamos ofreciendo para que tomen de ellos su esencia, su olor, sus características propias.

Ofrecemos a los muertos lo que sabemos que les gustaba en vida, intentamos agradarles y hacerlos “sentirse” bien, es una forma de recordarles que aún después de muertos, siguen estando con nosotros, que pueden venir a visitarnos, que estamos aquí para hacerles pasar un rato de alegría.

Se dice que el aroma de las flores, de las frutas, del incienso o e la mirra, de los vapores de los alimentos, les sirven para reconocer el camino a su casa, que les son olores familiares e inconfundibles, no existe la posibilidad de que haya equivocación y que nuestros muertos se metan a la casa de la vecina.

Alguna vez me comentaron que una viuda, al parecer muy avara, en lugar de quemar velas e incienso en su ofrenda de muertos, encendió mechones con diesel y que el humo de este ahuyentó a sus difuntos y que nunca mas regresaron con ella, que la abandonaron y que se perdieron en el tiempo, no reconocieron el aroma del diesel quemado.

Entonces el olor, el color y el sabor de las ofrendas, además de ser un fuerte atenuante del dolor que pueda producir la muerte de un ser querido, nos relacionan inmediatamente con nuestros antepasados, con los que fueron y que se fueron antes que nosotros, es una forma de materializar un ser y estar entre nosotros.

Después de montar el altar y de recibir a los difuntos, se procede a visitar los altares de los demás, llevando consigo ofrenda que se deposita en el altar visitado y se reciben obsequios que, generalmente consisten en los mismos productos que son puestos en el altar, es decir que son ofrendados.

Generalmente la llegada de los difuntos se anuncia con un cohete con el tañido de las campanas, en algunas partes se dice que tiene una hora específica para llegar y otra para retirarse, esto varía según la zona y, por supuesto, el costumbre.

Los primeros en llegar son los niños, los infantes difuntos, aquellos que fallecieron siendo niños y, como la muerte es atemporal, siguen y seguirán siendo niños, la muerte detiene los procesos de vida y de cronología también, la muerte detiene el proceso de envejecimiento y seguirán siendo niños por el resto destiempo.

A los niños se les recibe con alimentos dulces y con juguetes, generalmente se elabora un pequeño altar junto al de los adultos, un altar en miniatura en el que se colocan los alimentos dulces, no hay sal, pero si agua, leche o chocolate, por supuesto que no se colocan alcohol ni cigarros, eso es cosa de adultos, así como los alimentos salados o con picante.

Los niños llegan temprano y se retiran temprano, como debe ser, su partida generalmente es entre las 8 y las 9 de la noche, tienen que emprender su viaje de regreso temprano y sin llanto, suele colocarse una vela encendida en la puerta de la casa para decirles: “hasta la próxima”

Los adultos, generalmente se les recibe en día 2 de noviembre, en algunos lugares y, cuando es posible, se les elabora un camino hecho con pétalos de flores que va desde el cementerio hasta su hogar, generalmente se les invita a venir a casa con una pequeña oración en el que se les pide que nos hagan el favor de venir a compartir lo que les hemos preparado. La bienvenida también puede señalarse con un cohete o con las campanas, en algunos lugares del país, se tiene la costumbre de tocar las campanas de las iglesias durante todo el día y toda la noche desde el día 31 de octubre hasta el día 3 de noviembre.

Ya en casa, se les da la bienvenida con una oración y se les invita a pasar a degustar los platillos y de los alimentos frescos, así como de un buen trago y si el difunto lo acostumbraba, un cigarro también. Cada vez que alguien va a visitar el altar, en algunos lugares se acostumbra a recibirles con un trago y se les invita a brindar con y por los difuntos, derramando un poco de la bebida sobre una cama de flores al pie del altar. Son las mujeres quienes colocan la ofrenda en el altar que se visita y son las mujeres quienes entregan la ofrenda de regalo a cambio, mientras se dicen algunas oraciones.

Acto seguido, se les invita a tomar café o chocolate y comer algo, generalmente esto se realiza de frente al altar, de manera que se “convive” y se come con los difuntos.

Cuando los visitantes se retiran, se despiden frente al altar y les desean buen retorno a los difuntos, a esta despedida generalmente se acompaña con un abrazo a manera de “pésame”.

Al finalizar el día, generalmente entre 10 y 11 de la noche, se dice que los difuntos comienzan a retirarse, la despedida oficial se hace quemando nuevamente un cohete o con el sonido rítmico de las campanas, en los lugares que se acostumbra tañer las campanas durante todo el día, la despedida de los difuntos se señala con el silencio. Ahora es bastante común realizar bailes que comienzan cuando los difuntos se han retirado, aunque debo decir que esto no es muy del agrado de las personas mayores, dicen que es una falta de respeto hacia los difuntos.

La Fiesta de Muertos llega a su fin, las velas y veladoras se apagan y solo queda encendida una, la que comenzó a quemarse desde el principio de la fiesta, la vela de las ánimas, los difuntos anónimos, las animas desconocidas, las almas que no han alcanzado la paz.

Al día siguiente, las ofrendas son retiradas y “lo mejor” para los vivos comienza, los dulces, el pan, la fruta, el trago y todo lo que se ha puesto, se reparte entre quienes se encuentran presentes. Las golosinas generalmente se reservan para los niños, pero lo demás se reparte hasta terminar con todo.

La Fiesta de Muertos ha terminado, todo vuelve a la normalidad, los instrumentos de trabajo se vuelven a sacar, en las comunidades de tejedores de lana del estad de Oaxaca, por ejemplo, los telares se cubren y se para la producción, es una falta de respeto trabajar y recibir a los difuntos. Los avíos de labranza se alistan para comenzar cuanto antes con las faenas de trabajo.

En las áreas urbanas se acaba el puente y todos se alistan para regresar al trabajo, la fiesta ha terminado, los difuntos han regresado al lugar de donde vinieron y comienzan los planes “para el próximo año”.

Actualmente y ante el impacto, al que cotidianamente nos enfrentamos, de un mundo cada vez mas pequeño, los altares de muertos se van adicionando de elementos que seguramente no son propios de la cultura, “no son tradicionales” como siempre se ha dicho.

Ahora, encontramos brujas, fantasmas, calabazas con caras esculpidas, personajes de cine o de la televisión que se dedican a aterrorizar a los espectadores, e incluso me ha tocado ver en los altares a súper héroes como Batman y Hulk, juntos a calaveras de azúcar con los nombres de los difuntos o de los amigos en la frente.

Estas formas novedosas, nos están hablando de una muerte terrorífica, de una muerte que espanta, negra, cruel y atemorizante. Nada que ver con la otra muerte, la muerte que permite una creencia en la existencia de un mas allá, de una muerte liberadora de dolor y sufrimiento, de una muerte que permite la convivencia con los muertos.

La idea de la muerte que mantiene viva la Fiesta de los Muertos, es esa idea atemporal, esa muerte que permite otro nivel de existencia en algún lugar de donde se puede salir y regresar para ser festejados. No se trata de la muerte que termina con la vida, se termina la existencia pero se está en otro lado.

Es la muerte con la que se convive y que se respeta, es la muerte que a diferencia de la noción de la muerte propia de las culturas influenciadas por las religiones judeocristianas, no es la muerte-culpa, no es la muerte-castigo, no es la muerte relacionada con el pecado, es tan solo una forma de mirar las transformaciones que sufren los seres vivos, es la muerte que comienza con la presencia de un cadáver y que se volverá interminable, eterna y completamente racional.

Así es y así será, así se vive y así se muere, no es un fin, sino un principio. Es una muerte luminosa, colorida, llena de olores y sabores, es una muerte festiva, es una muerte a la que se le teme pero que no se le abomina, es la muerte que produce dolor y sufrimiento, pero también es una muerte que se le recuerda y se le festeja, es una muerte que nos separa de los vivos, pero que nos permite convivir con los muertos.

Después de todo y como dicen por ahí, si los mexicanos somos muy fiesteros, ¿por qué nos ha de detener la muerte?

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