viernes, 26 de noviembre de 2010

ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO

CONOCIENDO EL MUNDO.

ACERCA DEL CUERPO… Y LOS SENTIDOS.

Etnlgo. Juan Sandoval Pallares

Otoño - 2010

El cuerpo no solo es la experiencia de pertenencia vivida, no solo es el receptáculo del ser, el cuerpo es mucho más que todo eso. El cuerpo no solo es el significado de “mi presencia” frente a la presencia del “otro”. Mi cuerpo constituye toda una historia de vida, aun cuando esta solo haya tenido algunos años, meses o tan solo días de existencia. El cuerpo es el cúmulo de acciones que he ejercido durante el periodo que tenga que vivir. El cuerpo, mi cuerpo es una gama de sensaciones del ser… el mundo me pertenece, pero también le pertenezco al mundo. La forma de apropiación del mundo es a través de la experiencia que voy adquiriendo durante mi existencia, a partir de mi pensamiento y de mis sentidos, la inmersión sensorial del hombre en el mundo. Los sentidos me permiten ser, son la manera de relacionarme en un mundo que, de otra manera, seria una amenaza constante a mi existencia. Los sentidos son la otra forma de dar a la existencia humana, un valor más o menos comparable con la espiritualidad.

Es a partir de los sentidos, que el ser humano da forma a su ser, imaginemos un ser cuya capacidad sensorial, se encuentre limitada por cualquiera que sea la causa, su conexión con el mundo estará limitada a las pocas o a las nulas posibilidades de experimentar la existencia del mundo.

Esta incapacidad esta determinada por la corporeidad y no por la sensación de “sentirse” o de “ser” un humano. ¿Cómo puedo valorar mi condición humana si carezco de la experiencia que me coloca en le mundo como tal?

Los individuos no adquieren conciencia de su ser mas que a través de los sentidos, de su cuerpo a través de la sensibilidad, la cara del hombre es la cara del mundo que reconoce, del mundo en que habita y del mundo en que desarrolla su ser. Del mundo en el que continuamente se va introduciendo y lo va analizando, lo va reconociendo. No como formas de ruptura, mejor dicho, como formas de pertenencia.

De esta manera los sentidos son “la materia” del ser. Sobre el fondo inaplazable de un mundo que se necesita conocer. Es la concreción del mundo que resulta inteligible, son las sensaciones antiguas sobre las sensaciones nuevas. El cúmulo de estas sensaciones ha permitido al ser humando una capacidad de desarrollarse con plenitud en los diversos paisajes existentes en el mundo.

La capacidad sensorial no pasa por la indiferencia voluntaria del conocimiento, siempre hay algo, como un paisaje, un perfume, un sabor, una caricia corporal que provoca una referencia con algo mas intimo, con un pasado que ha sido reflexionado y que se ha quedado guardado en la memoria.

La percepción no coincide con las cosas, es más que nada una interpretación.[1] Así, de la misma forma, los diferentes individuos, no son mas sensibles que los además. Lo que resalta aquí, son las diferentes experiencias con que las que, los diferentes grupos humanos, tratan a sus miembros; por ejemplo, un buscador de hongos puede reconocer el aroma propio de los hongos que le son útiles, los indígenas cazadores saben reconocer la textura y el olor de la huella del animal que están buscando, todos sabemos la importancia de reconocer el olor del humo ante la amenaza de un incendio.

A diferencia de los animales, la sensorialidad humana esta inmersa en los mecanismos propios de la creación de la experiencia, de la memoria y de todo lo que conlleva el recuerdo, las sensaciones y las emociones. En los demás animales, no tenemos pruebas fehacientes sobre la capacidad reflexiva y sus vínculos con el recuerdo y la memoria. La experiencia humana, que ha sido desarrollada a partir de su sensorialidad, ha permitido a las sociedades evolucionar hasta puntos verdaderamente sorprendentes de dominio sobre la naturaleza y sobre su fuerza.

La antropología explora innumerables formas de la experiencia humana, de esta manera es posible comprender el porque las sensaciones y la emociones pueden ser analizadas desde la perspectiva antropológica. Las investigaciones sobre las experiencias sensibles, tienden a abordar este tema como una especie de laberinto en el que, el ser humano, emerge en el centro, donde las cosas aparecen como una especie de referencias que están circunscritas frente a la vida humana.

El hombre considera a las cosas de acuerdo a la relación que ha establecido frente a ellas, de acuerdo a sus propios mecanismos de conocimiento sin considerar de fondo las consecuencias que estas experiencia sensoriales le puedan traer consigo. Nuestras percepciones sensoriales, nos llenan de sensaciones que les podemos diferenciar entre el saber y el entender.

El mundo del hombre es un mundo en que la sensorialidad pasa de ser una creíble condición humana a ser una condición social y cultural y, de ahí, a ser parte de una historia personal. Pero entre el cielo y la tierra, el cuerpo es el filtro para establecer los lazos de conocimiento sensorial, con el cual se apropia de la sustancia del mundo y el conocimiento será el intermediario de los sistemas simbólicos, con los que el individuo participa como miembro de una comunidad.

El cuerpo es “la condición” humana del mundo, con el que se ligan y fluyen incesantes intercambios de cosas e ideas, de significaciones precisas y ambientes que se transforman en imágenes, en sonidos, en olores, en texturas, en paisajes, etc.

El ser humano participa de estas acciones no solamente por su pensamiento y sus palabras, por sus empresas, sino también por sus gestos y su mímica que influyen en la comunicación, por la inmersión de innombrables rituales que encienden los acontecimientos cotidianos. Todas las acciones que conforman la trama de la existencia son, así mismo, imperceptibles en su relación con el cuerpo humano. El cuerpo humano tampoco es un instrumento menor que antepone el ser ante la menor de su existencia, pero tampoco es un obstáculo infranqueable.

El camino de la unificación del cuerpo con el mundo, es un camino lleno de significantes, de valores, así como un mundo de convivencia y de comunicación entres los hombres en presencia de su propia forma de medir su existencia.

Cada sociedad diseña así, una “organización sensorial” propia, enmarcando una infinidad de posibles sensaciones en cada instante, cada sociedad señala las formas particulares de pasar entre ellas y el mundo, el tamiz de significaciones, de valores procurando establecer las orientaciones de existencia en el mundo y comunicarlos.

Las significaciones que acompañan las percepciones están llenas de subjetividad, por ejemplo: el probar un alimento que puede ser o no del gusto de quien lo prueba, pero aun así, la decodificación sensorial de que el alimento es “bueno”, esta avalado por el grupo en el que se desarrolla el individuo. Así mismo, la determinación de lo frío y de lo caliente, por ejemplo, no provoca grandes debates entre los miembros de una comunidad, porque cada uno de ellos posee su propio código de entendimiento y de resistencia a la temperatura.

Todos estamos inmersos en un ambiente que poco o nada, otro pueda percibir. Las percepciones sensoriales están acordadas en la proyección de los significantes del mundo. La subjetividad de lo sensorial, no permite definir que una u otra situación es errónea o verdadera, todo se concentra en la forma de percibir con el estilo propio enmarcado en una experiencia cultural. No es posible separar las formas de percepción propias, de las formas de percepción socializadas, no es posible definir una forma de experiencia con conceptos propios e individuales, es necesario colectivizar esa experiencia a partir de los conceptos y de las conjeturas que a lo largo del tiempo se han colectivizado, un individuo no aprende el concepto de “lo caliente”, por ejemplo, con solo acercar su dedo a la llama de una vela, es necesaria la presencia del “otro” que le transmita, de cualquier manera, ese concepto; así, la experiencia original se convierte en una experiencia cognitiva, en la que la mediación del cuerpo, con la sensación subjetiva y la descripción normativa del concepto “caliente”, crea en el individuo, una actitud propia frente a lo considerado como “caliente”.

El uso corriente de la noción, “visión del mundo”, para designar un sistema de representaciones (además de ser una metáfora visual) en un sistema simbólico propio, que puede ser traducido como un sistema hegemónico de mirar al mundo, de percibir la vida propia, esto no solo es particular de las sociedades occidentales.

Estas formas son propias de cualquier grupo social en cualquier parte del mundo y en cualquier periodo histórico. Son formas de valorización del mundo en el que se desarrollan los grupos humanos, son formas propias de entender cómo cada sociedad se articula en un tiempo y en un espacio, de manera que se pueda desarrollar con formas poco contradictorias que amenacen su estabilidad.

Existe la creencia de que las evidencia sociales de los sentido en algunas cultura, las tradicionales por ejemplo, son otras maneras de sentir el mundo ; así, la experiencia etnológica de cualquier viajero, esta subordinada a sus sentidos que lo confrontan a sus propios esquemas de sabores, de olores, de sensaciones, de música, de ritmos, de contactos, de los usos de la memoria que entorpecen sus anteriores rutinas y que le permiten sentir de otra manera su relación con un mundo que desconoce y no son necesariamente los mismo valores atribuidos a esa sociedad.

De aquí que es importante el registro de los olores, de los colores , de las sensaciones que se tienen cuando uno visita un sitio que no le es familiar, que le es desconocido y en el que se va sumergiendo, de manera que el desconocimiento de estos códigos, no signifiquen un verdadero obstáculo epistemológico.

Como hemos dicho, la condición humana es corporal. El mundo se nos presenta como una forma sensible, “… mi cuerpo esta hecho a la misma medida que mi mundo…”[2] las percepciones sensoriales ubican, psíquicamente, al hombre dentro del mundo y por lo mismo, el mundo esta lleno de significaciones, estas no lo limitan, estas lo sustentan.

Si las percepciones sensoriales que revisten el mundo, están dadas por los grupos sociales, entonces, ¿en que rango colocamos las experiencias individuales?, ¿Cómo pensamos la percepciones individuales frente a aquellas que nos son familiares, que nos son dadas como una forma de codificación grupal? ¿Cómo respondemos a la forma de pensar hechas por un individuo, en una forma singular?

Podemos creer que las experiencias individuales, están inmersas en las formas codificadas de un grupo social, pero las formas de respuesta pertenecen y son de la propia sensatez de cada individuo, podemos encontrar formas que se nos presentan como meras costumbres, pero la reacción a estas, son de la exclusiva forma de posesión simbólica del mundo de cada uno.

El mundo sensible es la traducción en términos sociales, culturales y personales de una realidad inaccesible paradójicamente propia de una percepción sensorial de un sujeto inscrito en una trama social determinada. Las cosas requieren una definición que, con o sin, la complacencia de la generalidad, se convierten en categorías.

Sentir el mundo es otra manera diferente de pensarlo, de transformarlo de sensible a inteligible y este responde al ser humano como una fuente virtual de saberes y de significaciones. Así, el cuerpo es moldeado por el contexto social y cultural en el que esta sumergido el actor, es un vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de una relación con el mundo, a partir de actividades perceptivas, así como de expresión de los sentimientos.

El ser humano es producto de su cuerpo, pero también el mundo es una forma codificada de la sensibilidad corporal, uno no puede existir sin el otro. El orden del mundo esta dado, entonces, a partir del cúmulo de experiencias sensibles que se han venido añadiendo el ser humano se reconoce y conoce el entorno en el que vive, la sensorialidad abre las puertas a un infinito campo de conocimiento en donde las medidas, los parámetros y la realidad misma puede ser conocida.

Los procesos de codificación y de decodificación no pueden darse sin la intermediación de los sentidos, el aquí y el ahora, determina el ayer y el mañana, a partir del cúmulo de experiencias adquiridas.



[1] “Todos los hombres caminan en un universo sensorial que a la larga será su historia personal” Le Breton, David. Le saveur du monde. París-2066.

[2] Merleau-Ponty. Sour les significants du monde. 1964.

No hay comentarios:

Publicar un comentario