viernes, 26 de noviembre de 2010

ANTROPOLOGÍA DEL CUERPO

CONOCIENDO EL MUNDO.

ACERCA DEL CUERPO… Y LOS SENTIDOS.

Etnlgo. Juan Sandoval Pallares

Otoño - 2010

El cuerpo no solo es la experiencia de pertenencia vivida, no solo es el receptáculo del ser, el cuerpo es mucho más que todo eso. El cuerpo no solo es el significado de “mi presencia” frente a la presencia del “otro”. Mi cuerpo constituye toda una historia de vida, aun cuando esta solo haya tenido algunos años, meses o tan solo días de existencia. El cuerpo es el cúmulo de acciones que he ejercido durante el periodo que tenga que vivir. El cuerpo, mi cuerpo es una gama de sensaciones del ser… el mundo me pertenece, pero también le pertenezco al mundo. La forma de apropiación del mundo es a través de la experiencia que voy adquiriendo durante mi existencia, a partir de mi pensamiento y de mis sentidos, la inmersión sensorial del hombre en el mundo. Los sentidos me permiten ser, son la manera de relacionarme en un mundo que, de otra manera, seria una amenaza constante a mi existencia. Los sentidos son la otra forma de dar a la existencia humana, un valor más o menos comparable con la espiritualidad.

Es a partir de los sentidos, que el ser humano da forma a su ser, imaginemos un ser cuya capacidad sensorial, se encuentre limitada por cualquiera que sea la causa, su conexión con el mundo estará limitada a las pocas o a las nulas posibilidades de experimentar la existencia del mundo.

Esta incapacidad esta determinada por la corporeidad y no por la sensación de “sentirse” o de “ser” un humano. ¿Cómo puedo valorar mi condición humana si carezco de la experiencia que me coloca en le mundo como tal?

Los individuos no adquieren conciencia de su ser mas que a través de los sentidos, de su cuerpo a través de la sensibilidad, la cara del hombre es la cara del mundo que reconoce, del mundo en que habita y del mundo en que desarrolla su ser. Del mundo en el que continuamente se va introduciendo y lo va analizando, lo va reconociendo. No como formas de ruptura, mejor dicho, como formas de pertenencia.

De esta manera los sentidos son “la materia” del ser. Sobre el fondo inaplazable de un mundo que se necesita conocer. Es la concreción del mundo que resulta inteligible, son las sensaciones antiguas sobre las sensaciones nuevas. El cúmulo de estas sensaciones ha permitido al ser humando una capacidad de desarrollarse con plenitud en los diversos paisajes existentes en el mundo.

La capacidad sensorial no pasa por la indiferencia voluntaria del conocimiento, siempre hay algo, como un paisaje, un perfume, un sabor, una caricia corporal que provoca una referencia con algo mas intimo, con un pasado que ha sido reflexionado y que se ha quedado guardado en la memoria.

La percepción no coincide con las cosas, es más que nada una interpretación.[1] Así, de la misma forma, los diferentes individuos, no son mas sensibles que los además. Lo que resalta aquí, son las diferentes experiencias con que las que, los diferentes grupos humanos, tratan a sus miembros; por ejemplo, un buscador de hongos puede reconocer el aroma propio de los hongos que le son útiles, los indígenas cazadores saben reconocer la textura y el olor de la huella del animal que están buscando, todos sabemos la importancia de reconocer el olor del humo ante la amenaza de un incendio.

A diferencia de los animales, la sensorialidad humana esta inmersa en los mecanismos propios de la creación de la experiencia, de la memoria y de todo lo que conlleva el recuerdo, las sensaciones y las emociones. En los demás animales, no tenemos pruebas fehacientes sobre la capacidad reflexiva y sus vínculos con el recuerdo y la memoria. La experiencia humana, que ha sido desarrollada a partir de su sensorialidad, ha permitido a las sociedades evolucionar hasta puntos verdaderamente sorprendentes de dominio sobre la naturaleza y sobre su fuerza.

La antropología explora innumerables formas de la experiencia humana, de esta manera es posible comprender el porque las sensaciones y la emociones pueden ser analizadas desde la perspectiva antropológica. Las investigaciones sobre las experiencias sensibles, tienden a abordar este tema como una especie de laberinto en el que, el ser humano, emerge en el centro, donde las cosas aparecen como una especie de referencias que están circunscritas frente a la vida humana.

El hombre considera a las cosas de acuerdo a la relación que ha establecido frente a ellas, de acuerdo a sus propios mecanismos de conocimiento sin considerar de fondo las consecuencias que estas experiencia sensoriales le puedan traer consigo. Nuestras percepciones sensoriales, nos llenan de sensaciones que les podemos diferenciar entre el saber y el entender.

El mundo del hombre es un mundo en que la sensorialidad pasa de ser una creíble condición humana a ser una condición social y cultural y, de ahí, a ser parte de una historia personal. Pero entre el cielo y la tierra, el cuerpo es el filtro para establecer los lazos de conocimiento sensorial, con el cual se apropia de la sustancia del mundo y el conocimiento será el intermediario de los sistemas simbólicos, con los que el individuo participa como miembro de una comunidad.

El cuerpo es “la condición” humana del mundo, con el que se ligan y fluyen incesantes intercambios de cosas e ideas, de significaciones precisas y ambientes que se transforman en imágenes, en sonidos, en olores, en texturas, en paisajes, etc.

El ser humano participa de estas acciones no solamente por su pensamiento y sus palabras, por sus empresas, sino también por sus gestos y su mímica que influyen en la comunicación, por la inmersión de innombrables rituales que encienden los acontecimientos cotidianos. Todas las acciones que conforman la trama de la existencia son, así mismo, imperceptibles en su relación con el cuerpo humano. El cuerpo humano tampoco es un instrumento menor que antepone el ser ante la menor de su existencia, pero tampoco es un obstáculo infranqueable.

El camino de la unificación del cuerpo con el mundo, es un camino lleno de significantes, de valores, así como un mundo de convivencia y de comunicación entres los hombres en presencia de su propia forma de medir su existencia.

Cada sociedad diseña así, una “organización sensorial” propia, enmarcando una infinidad de posibles sensaciones en cada instante, cada sociedad señala las formas particulares de pasar entre ellas y el mundo, el tamiz de significaciones, de valores procurando establecer las orientaciones de existencia en el mundo y comunicarlos.

Las significaciones que acompañan las percepciones están llenas de subjetividad, por ejemplo: el probar un alimento que puede ser o no del gusto de quien lo prueba, pero aun así, la decodificación sensorial de que el alimento es “bueno”, esta avalado por el grupo en el que se desarrolla el individuo. Así mismo, la determinación de lo frío y de lo caliente, por ejemplo, no provoca grandes debates entre los miembros de una comunidad, porque cada uno de ellos posee su propio código de entendimiento y de resistencia a la temperatura.

Todos estamos inmersos en un ambiente que poco o nada, otro pueda percibir. Las percepciones sensoriales están acordadas en la proyección de los significantes del mundo. La subjetividad de lo sensorial, no permite definir que una u otra situación es errónea o verdadera, todo se concentra en la forma de percibir con el estilo propio enmarcado en una experiencia cultural. No es posible separar las formas de percepción propias, de las formas de percepción socializadas, no es posible definir una forma de experiencia con conceptos propios e individuales, es necesario colectivizar esa experiencia a partir de los conceptos y de las conjeturas que a lo largo del tiempo se han colectivizado, un individuo no aprende el concepto de “lo caliente”, por ejemplo, con solo acercar su dedo a la llama de una vela, es necesaria la presencia del “otro” que le transmita, de cualquier manera, ese concepto; así, la experiencia original se convierte en una experiencia cognitiva, en la que la mediación del cuerpo, con la sensación subjetiva y la descripción normativa del concepto “caliente”, crea en el individuo, una actitud propia frente a lo considerado como “caliente”.

El uso corriente de la noción, “visión del mundo”, para designar un sistema de representaciones (además de ser una metáfora visual) en un sistema simbólico propio, que puede ser traducido como un sistema hegemónico de mirar al mundo, de percibir la vida propia, esto no solo es particular de las sociedades occidentales.

Estas formas son propias de cualquier grupo social en cualquier parte del mundo y en cualquier periodo histórico. Son formas de valorización del mundo en el que se desarrollan los grupos humanos, son formas propias de entender cómo cada sociedad se articula en un tiempo y en un espacio, de manera que se pueda desarrollar con formas poco contradictorias que amenacen su estabilidad.

Existe la creencia de que las evidencia sociales de los sentido en algunas cultura, las tradicionales por ejemplo, son otras maneras de sentir el mundo ; así, la experiencia etnológica de cualquier viajero, esta subordinada a sus sentidos que lo confrontan a sus propios esquemas de sabores, de olores, de sensaciones, de música, de ritmos, de contactos, de los usos de la memoria que entorpecen sus anteriores rutinas y que le permiten sentir de otra manera su relación con un mundo que desconoce y no son necesariamente los mismo valores atribuidos a esa sociedad.

De aquí que es importante el registro de los olores, de los colores , de las sensaciones que se tienen cuando uno visita un sitio que no le es familiar, que le es desconocido y en el que se va sumergiendo, de manera que el desconocimiento de estos códigos, no signifiquen un verdadero obstáculo epistemológico.

Como hemos dicho, la condición humana es corporal. El mundo se nos presenta como una forma sensible, “… mi cuerpo esta hecho a la misma medida que mi mundo…”[2] las percepciones sensoriales ubican, psíquicamente, al hombre dentro del mundo y por lo mismo, el mundo esta lleno de significaciones, estas no lo limitan, estas lo sustentan.

Si las percepciones sensoriales que revisten el mundo, están dadas por los grupos sociales, entonces, ¿en que rango colocamos las experiencias individuales?, ¿Cómo pensamos la percepciones individuales frente a aquellas que nos son familiares, que nos son dadas como una forma de codificación grupal? ¿Cómo respondemos a la forma de pensar hechas por un individuo, en una forma singular?

Podemos creer que las experiencias individuales, están inmersas en las formas codificadas de un grupo social, pero las formas de respuesta pertenecen y son de la propia sensatez de cada individuo, podemos encontrar formas que se nos presentan como meras costumbres, pero la reacción a estas, son de la exclusiva forma de posesión simbólica del mundo de cada uno.

El mundo sensible es la traducción en términos sociales, culturales y personales de una realidad inaccesible paradójicamente propia de una percepción sensorial de un sujeto inscrito en una trama social determinada. Las cosas requieren una definición que, con o sin, la complacencia de la generalidad, se convierten en categorías.

Sentir el mundo es otra manera diferente de pensarlo, de transformarlo de sensible a inteligible y este responde al ser humano como una fuente virtual de saberes y de significaciones. Así, el cuerpo es moldeado por el contexto social y cultural en el que esta sumergido el actor, es un vector semántico por medio del cual se construye la evidencia de una relación con el mundo, a partir de actividades perceptivas, así como de expresión de los sentimientos.

El ser humano es producto de su cuerpo, pero también el mundo es una forma codificada de la sensibilidad corporal, uno no puede existir sin el otro. El orden del mundo esta dado, entonces, a partir del cúmulo de experiencias sensibles que se han venido añadiendo el ser humano se reconoce y conoce el entorno en el que vive, la sensorialidad abre las puertas a un infinito campo de conocimiento en donde las medidas, los parámetros y la realidad misma puede ser conocida.

Los procesos de codificación y de decodificación no pueden darse sin la intermediación de los sentidos, el aquí y el ahora, determina el ayer y el mañana, a partir del cúmulo de experiencias adquiridas.



[1] “Todos los hombres caminan en un universo sensorial que a la larga será su historia personal” Le Breton, David. Le saveur du monde. París-2066.

[2] Merleau-Ponty. Sour les significants du monde. 1964.

LA FIESTA DE MUERTOS, LOS ALTARES Y LAS OFRENDAS.

¿SABES QUIEN VIENE A CENAR?

Otoño 2010

Para el siglo XVII Jean de la Bruyére decía “La muerte no llega mas que una vez, pero se hace sentir en todos los momentos de la vida” y es que la existencia de todos los vivientes es temporalmente limitada, tiene un comienzo y un final, ocupa un fragmento relativamente despreciable en la cronología cósmica. La peculiaridad del hombre no consiste en una mayor o menor brevedad; tampoco en que el se muere, mientras que los individuos de las demás especies simplemente se extinguen. La diferencia entre un hombre y un animal, es que el hombre, en todo momento, sabe que morirá y tiende a programar su camino, de hecho, construyó el paradigma del tiempo y supo del pasado, del presente y del futuro, su trayectoria se basa en función de una caducidad no deseada, pero obligatoria.

La muerte es el germen más grande de angustia porque es un mal superior e ineludible y es por eso que la mente arbitra infinidad de tácticas de escape efímeras y parciales

De ahí que, el ser humano ha desarrollado una infinidad de estrategias que tienen como objetivo disminuir o aminorar los efectos producidos por la presencia de la muerte. Existe una diferencia tajante entre la muerte real que se manifiesta en la corporeidad de un individuo muerto, es decir un cadáver, y la otra muerte que la tenemos representada en nuestras ideas; la primera nos produce horror, angustia, miedo, nauseas mientras que la segunda nos seduce, nos atrae y hasta nos puede parecer juguetona.

La diferencia entre una calavera de azúcar y un cuerpo en descomposición es abismal, una la podemos disfrutar y sentir placer o alegría, la manipulamos y bromeamos con ella; mientras que, el cadáver es sombrío, aterrador, frío ye insoportable. Es decir, la muerte tiene una doble identidad: una es la muerte imaginaria y la otra, la que se manifiesta en el cadáver, es la muerte real.

Por ahí se ha dicho que los mexicanos nos burlamos de la muerte, que le hablamos de tú que jugamos con ella y que hacemos bromas macabras. Yo pregunto: ¿qué hacemos los mexicanos cuando estamos ante la presencia de un cadáver?

Para nosotros los mexicanos, como muchas otras sociedades en el mundo, la muerte tiene una doble cara, pero ahora solo hablaremos de la muerte imaginaria, es muerte con la que jugamos, que la saboreamos y que esperamos celebrar los días 31 de octubre, el 1º., el 2º. y, en algunos, lugares hasta el 3 de noviembre.

Estos días del año los conocemos como los días de Muertos o de la Fiesta de los Muertos.

Entre las fiestas mas extendidas en nuestro país, se encuentra la fiesta de Muertos, del Día de los Muertos o la fiesta de los Santos Difuntos, el nombre va de acuerdo a la región y de quienes la celebran. Lo que si es cierto es que esta es una celebración que involucra tanto zonas rurales como urbanas de nuestro país, es parte importante del ciclo festivo que posee un fuerte carácter, tanto ritual religioso como de actividades lúdicas o seculares. La fiesta de Muertos, tiene una importante raigambre en las tradiciones que pudieran rastrearse desde el periodo prehispánico, sobre todo en las culturas mesoamericanas.

La fiesta de muertos como parte de la herencia cultural de estos grupos, posee un peso específico tan importante, que es una de las formas culturales que nos permiten valorar su importancia en cuanto a las relaciones de identidad entre los individuos de una comunidad.

Como es sabido, las fiestas tradicionales, además de presentarse como una conjunción de elementos propios y ajenos, es decir, como un producto sincrético, nos permiten visualizar las creencias, las actitudes, las percepciones y los significados de todo aquello que vincula a las sociedades.

¿Cuándo comenzó la fiesta de Muertos? No se tiene idea, pero tal parece que aun en las diferencias que pudieran observarse de la fiesta, tanto en el ámbito rural como en el ámbito urbano, nos hacen pensar que la Fiesta de Muertos actualmente, tiene un carácter más secular que religioso.

Han sido muchas las ocasiones en que, por la importancia que reviste la Fiesta de Muertos, esta ha sido objeto de promoción de “nuestra identidad”, como una obsesión por impulsar nuestras raíces culturales, hasta se ha llegado a intentar desproveerla de su carga religiosa o de sus nexos europeos, intentando convertirla en una festividad totalmente secular “mexicanizada”.

Otros intentos de manipular la fiesta de muertos han consistido en tratar de manipularla para privilegiar sus nexos con las culturas prehispánicas e intentar abordarla, como una oportunidad para reflexionar sobre su contenido espiritual y filosófico prehispánico e incluso se ha intentado, a partir de ella, tratar de definir qué es y cómo es el mexicano.

Todos sabemos que la fiesta de Muertos es la concreción de las ideas que se tienen acerca de la vida y de la muerte, de los vivos y de los muertos, es la oportunidad que se tiene para recordar a los antepasados y convivir con ellos, es la ocasión en la que podemos detener nuestras vidas cotidianas para reflexionar un poco en quiénes somos y de quiénes venimos.

Es una oportunidad para recordarnos que somos mortales, que la finitud de nuestras vidas, en algún momento nos llevara a ser recordados en un evento como este.

Alguna vez seremos los invitados de nuestros familiares, amigos o de quienes nos mantienen en su memoria, para convivir con ellos. Alguna vez seremos los antepasados de alguien y seremos parte del recuerdo de quienes se reúnan en torno de un altar, de los que encienden una vela o de los que erijan una ofrenda para ser recordados y nombrados nuevamente.

Así como para hacernos saber que algún día nos ofrecerán los alimentos que mas nos gustaban y que contarán las anécdotas con las que se nos identifican.

Creo que la Fiesta de Muertos, tal vez por su importancia, es una de las festividades mas abordadas en el campo de las manifestaciones culturales de los mexicanos. Se han escrito tantos e innumerables libros y artículos, tanto etnográficos como históricos en torno a esta fiesta, que podríamos pasar muchas horas hablando de ellos.

Recientemente se ha proclamado como parte del patrimonio cultural universal, cási cási se ha decretado un copy right o derechos de autor en español, así como sucedió con el tequila y las guayaberas, una nominación de origen. Ya saben como son los chinos…

Lo que también es un hecho, es que la Fiesta de Muertos, coincide con la temporada de cosecha y a partir de la abundancia de productos agrícolas, esta fiesta está estrechamente relacionada con el ciclo agrícola mexicano, de ahí que podamos observar en ellos la sorprendente abundancia de alimentos frescos como preparados, así como también, las grandes cantidades de estos productos que son intercambiados, la fiesta de Muertos es, entonces, una oportunidad para permitir el intercambio, un intercambio entre los vivos y los muertos, además de ser un intercambio entre vivos primordialmente.

Parte esencial de la fiesta de Muertos, es la elaboración de altares u ofrendas, como generalmente se les llama, nosotros les diremos altares. Estos altares para los muertos, tiene dos formas, unos son los altares que se erigen en los cementerios, sobre las tumbas, en los que se les colocan velas y flores, algunos alimentos y objetos que relacionan al muerto con sus familiares, estos altares les llamaremos públicos por que están a la vista de todos y pueden ser visitados por todos.

Cuando son erigidos estos altares públicos, generalmente se velan, es decir se pasa la noche junto a ellos, a la intemperie, cantando, comiendo, bebiendo café o un buen trago y es ahí, en el cementerio, donde se reciben las visitas, donde se intercambia ofrenda.

Los olores de las flores de muerto o cempasúchil, del incienso o la mirra quemados, de las hierbas como el pericón, del pirú, la ruda, la garra de león y tantas otras, ofrecen al olfato y a la vista las características que todos nosotros, los mexicanos (pobres los demás), reconocemos inmediatamente, nos son propios. ¿Quién no se ha deleitado con una rebanada de pan de muerto o unos vaporosos tamalitos junto a un jarro de atole o de chocolate en agua, para luego saborear un delicioso mole y terminar con unas relucientes mandarinas, unas jugosas naranjas y para rematar un extraordinario dulce de calabaza. Bueno todo esto se lleva a cabo en los cementerios.

Generalmente a la entrada de los cementerios se coloca un arco gigantesco hecho con vara y adornado con flores de muerto, papel picado y algunas alegorías de la muerte, generalmente son cráneos de cartón y esqueletos de papel.

La música es un elemento importante, esta puede ser interpretada por una banda de viento o con grupos menores, así los sones y canciones que se escuchan o bien, fueron del gusto del difunto o tienen algo que decir sobre la muerte, debemos recordar que la muerte es el germen creador e inspirador de las artes. De manera que es fácil encontrar música y danza inspiradas en la muerte y los muertos. En México existen diferentes géneros musicales y dancísticos que son utilizados por los diferentes grupos étnicos para los funerales o para las fiestas de muertos.

En las casas se erigen lo que conocemos como altares domésticos, son un algo más privados, más íntimos, más familiares. Generalmente, en los lugares, en los que tradicionalmente se erigen estos altares, seguramente tienen un lugar propio y especifico en el que se colocará, por ejemplo, en el caso de la zona de los valles centrales del estado de Oaxaca, los predios habitacionales poseen una habitación, generalmente ubicada al poniente, que se le llama la Casa de Dios y es en este lugar, donde se encuentra un altar de uso cotidiano que se transformara en un altar de muertos.

La mayor de las veces los altares de Muertos se encuentran enmarcados por uno arco que generalmente esta construido con cañas de maíz adornadas con flores de muerto y fruta colgada con hilos, no es difícil encontrar figuras de santos, vírgenes y cristos, propios de la religión católica, así como banderas de papel picado, relucientes manteles bordados y coloridos floreros.

A los objetos colocados en el altar, tales como las flores, la fruta, los alimentos preparados, el pan, los dulces, los cigarros, el alcohol, el chocolate, en algunos lugares se colocan animales vivos como tejones, armadillos, palomas, serpientes, cerditos, gallinas, hasta peces y ranas, bueno a todo esto le llamaremos ofrenda.

Y es ofrenda, por que se los estamos “ofreciendo” a los difuntos que vendrán a visitarnos y a convivir con nosotros, se los estamos ofreciendo para que tomen de ellos su esencia, su olor, sus características propias.

Ofrecemos a los muertos lo que sabemos que les gustaba en vida, intentamos agradarles y hacerlos “sentirse” bien, es una forma de recordarles que aún después de muertos, siguen estando con nosotros, que pueden venir a visitarnos, que estamos aquí para hacerles pasar un rato de alegría.

Se dice que el aroma de las flores, de las frutas, del incienso o e la mirra, de los vapores de los alimentos, les sirven para reconocer el camino a su casa, que les son olores familiares e inconfundibles, no existe la posibilidad de que haya equivocación y que nuestros muertos se metan a la casa de la vecina.

Alguna vez me comentaron que una viuda, al parecer muy avara, en lugar de quemar velas e incienso en su ofrenda de muertos, encendió mechones con diesel y que el humo de este ahuyentó a sus difuntos y que nunca mas regresaron con ella, que la abandonaron y que se perdieron en el tiempo, no reconocieron el aroma del diesel quemado.

Entonces el olor, el color y el sabor de las ofrendas, además de ser un fuerte atenuante del dolor que pueda producir la muerte de un ser querido, nos relacionan inmediatamente con nuestros antepasados, con los que fueron y que se fueron antes que nosotros, es una forma de materializar un ser y estar entre nosotros.

Después de montar el altar y de recibir a los difuntos, se procede a visitar los altares de los demás, llevando consigo ofrenda que se deposita en el altar visitado y se reciben obsequios que, generalmente consisten en los mismos productos que son puestos en el altar, es decir que son ofrendados.

Generalmente la llegada de los difuntos se anuncia con un cohete con el tañido de las campanas, en algunas partes se dice que tiene una hora específica para llegar y otra para retirarse, esto varía según la zona y, por supuesto, el costumbre.

Los primeros en llegar son los niños, los infantes difuntos, aquellos que fallecieron siendo niños y, como la muerte es atemporal, siguen y seguirán siendo niños, la muerte detiene los procesos de vida y de cronología también, la muerte detiene el proceso de envejecimiento y seguirán siendo niños por el resto destiempo.

A los niños se les recibe con alimentos dulces y con juguetes, generalmente se elabora un pequeño altar junto al de los adultos, un altar en miniatura en el que se colocan los alimentos dulces, no hay sal, pero si agua, leche o chocolate, por supuesto que no se colocan alcohol ni cigarros, eso es cosa de adultos, así como los alimentos salados o con picante.

Los niños llegan temprano y se retiran temprano, como debe ser, su partida generalmente es entre las 8 y las 9 de la noche, tienen que emprender su viaje de regreso temprano y sin llanto, suele colocarse una vela encendida en la puerta de la casa para decirles: “hasta la próxima”

Los adultos, generalmente se les recibe en día 2 de noviembre, en algunos lugares y, cuando es posible, se les elabora un camino hecho con pétalos de flores que va desde el cementerio hasta su hogar, generalmente se les invita a venir a casa con una pequeña oración en el que se les pide que nos hagan el favor de venir a compartir lo que les hemos preparado. La bienvenida también puede señalarse con un cohete o con las campanas, en algunos lugares del país, se tiene la costumbre de tocar las campanas de las iglesias durante todo el día y toda la noche desde el día 31 de octubre hasta el día 3 de noviembre.

Ya en casa, se les da la bienvenida con una oración y se les invita a pasar a degustar los platillos y de los alimentos frescos, así como de un buen trago y si el difunto lo acostumbraba, un cigarro también. Cada vez que alguien va a visitar el altar, en algunos lugares se acostumbra a recibirles con un trago y se les invita a brindar con y por los difuntos, derramando un poco de la bebida sobre una cama de flores al pie del altar. Son las mujeres quienes colocan la ofrenda en el altar que se visita y son las mujeres quienes entregan la ofrenda de regalo a cambio, mientras se dicen algunas oraciones.

Acto seguido, se les invita a tomar café o chocolate y comer algo, generalmente esto se realiza de frente al altar, de manera que se “convive” y se come con los difuntos.

Cuando los visitantes se retiran, se despiden frente al altar y les desean buen retorno a los difuntos, a esta despedida generalmente se acompaña con un abrazo a manera de “pésame”.

Al finalizar el día, generalmente entre 10 y 11 de la noche, se dice que los difuntos comienzan a retirarse, la despedida oficial se hace quemando nuevamente un cohete o con el sonido rítmico de las campanas, en los lugares que se acostumbra tañer las campanas durante todo el día, la despedida de los difuntos se señala con el silencio. Ahora es bastante común realizar bailes que comienzan cuando los difuntos se han retirado, aunque debo decir que esto no es muy del agrado de las personas mayores, dicen que es una falta de respeto hacia los difuntos.

La Fiesta de Muertos llega a su fin, las velas y veladoras se apagan y solo queda encendida una, la que comenzó a quemarse desde el principio de la fiesta, la vela de las ánimas, los difuntos anónimos, las animas desconocidas, las almas que no han alcanzado la paz.

Al día siguiente, las ofrendas son retiradas y “lo mejor” para los vivos comienza, los dulces, el pan, la fruta, el trago y todo lo que se ha puesto, se reparte entre quienes se encuentran presentes. Las golosinas generalmente se reservan para los niños, pero lo demás se reparte hasta terminar con todo.

La Fiesta de Muertos ha terminado, todo vuelve a la normalidad, los instrumentos de trabajo se vuelven a sacar, en las comunidades de tejedores de lana del estad de Oaxaca, por ejemplo, los telares se cubren y se para la producción, es una falta de respeto trabajar y recibir a los difuntos. Los avíos de labranza se alistan para comenzar cuanto antes con las faenas de trabajo.

En las áreas urbanas se acaba el puente y todos se alistan para regresar al trabajo, la fiesta ha terminado, los difuntos han regresado al lugar de donde vinieron y comienzan los planes “para el próximo año”.

Actualmente y ante el impacto, al que cotidianamente nos enfrentamos, de un mundo cada vez mas pequeño, los altares de muertos se van adicionando de elementos que seguramente no son propios de la cultura, “no son tradicionales” como siempre se ha dicho.

Ahora, encontramos brujas, fantasmas, calabazas con caras esculpidas, personajes de cine o de la televisión que se dedican a aterrorizar a los espectadores, e incluso me ha tocado ver en los altares a súper héroes como Batman y Hulk, juntos a calaveras de azúcar con los nombres de los difuntos o de los amigos en la frente.

Estas formas novedosas, nos están hablando de una muerte terrorífica, de una muerte que espanta, negra, cruel y atemorizante. Nada que ver con la otra muerte, la muerte que permite una creencia en la existencia de un mas allá, de una muerte liberadora de dolor y sufrimiento, de una muerte que permite la convivencia con los muertos.

La idea de la muerte que mantiene viva la Fiesta de los Muertos, es esa idea atemporal, esa muerte que permite otro nivel de existencia en algún lugar de donde se puede salir y regresar para ser festejados. No se trata de la muerte que termina con la vida, se termina la existencia pero se está en otro lado.

Es la muerte con la que se convive y que se respeta, es la muerte que a diferencia de la noción de la muerte propia de las culturas influenciadas por las religiones judeocristianas, no es la muerte-culpa, no es la muerte-castigo, no es la muerte relacionada con el pecado, es tan solo una forma de mirar las transformaciones que sufren los seres vivos, es la muerte que comienza con la presencia de un cadáver y que se volverá interminable, eterna y completamente racional.

Así es y así será, así se vive y así se muere, no es un fin, sino un principio. Es una muerte luminosa, colorida, llena de olores y sabores, es una muerte festiva, es una muerte a la que se le teme pero que no se le abomina, es la muerte que produce dolor y sufrimiento, pero también es una muerte que se le recuerda y se le festeja, es una muerte que nos separa de los vivos, pero que nos permite convivir con los muertos.

Después de todo y como dicen por ahí, si los mexicanos somos muy fiesteros, ¿por qué nos ha de detener la muerte?

LAS EPIDEMIAS EN LA HISTORIA. LO QUE NOS FALTABA, UNA EPIDEMIA EN MÉXICO.


Etnlgo. Juan Sandoval Pallares

Otoño 2010

Las epidemias han azotado a la humanidad desde que se tiene memoria, son y han sido, muchos los casos de epidemias que ha registrado, no son nada novedoso.

Tenemos, por ejemplo, que en la antigüedad, Hipócrates consideraba que la peste era propia de las estaciones de secas y de calor, en sus textos narra como la población era diezmada a causa de la aparición de ciertas enfermedades , desconocidas para entonces, que se les asociaba con el aumento de la temperatura ambiental y con la sequías.

Aunque también se les atribuía la acción de los cuerpos celestes, se tienen registrados varios episodios epidémicos en la Grecia antigua: la peste de Atenas (428 AC), la peste de Agrigento (406 AC), la peste de Siracusa (396 AC), la peste Julia o Justiniana (189 AC), tan solo por citar algunas.

Se trataban de plagas devastadoras, en las que la mortandad fue muy alta y se calcula que le costó la vida al 45% de la población Griega en esas épocas.

Las formas de expansión epidémica y de control de la enfermedad, evidentemente eran desconocidas, de hecho en algunos escritos, se plantea como los orígenes de las epidemias con formas totalmente lejanas a la realidad.

Estudios recientes, han relacionada a estas epidemias, de la antigüedad, con enfermedades como el cólera y la viruela, que por su ferocidad infectaron y mataron a grandes núcleos de población.

Es importante hacer notar que, en estos episodios epidémicos, se cree que hayan sido de tales magnitudes por que las guerras permitieron su propagación.

Algunos historiadores, proponen que la mayoría de las epidemias, tuvieron su origen en Etiopía y que las aglomeraciones en las grandes ciudades de la antigüedad, las guerras, así como el constante ir y venir de los comerciantes con el norte de África.

Pero pocos son los documentos o la información que se tiene de África o Asía, generalmente se trata de conjeturas que se relacionan con las epidemias en Europa, dado que fueron creciendo las redes de comunicación entres estos tres continentes.

Para el 550 (DC) se tiene registrada la Pestilencia Amarilla en Inglaterra y casi un siglo después 639 (DC) aparece esta misma peste en el continente europeo, esta epidemia está documentada en la “Crónica anglosajona”, en principio se creía que Inglaterra estaba exenta de ser atacada por cualquier epidemia por el hecho de ser una isla, pero cuando sucede el primer episodio de esta epidemia, esta idea se vino abajo, se cree que por los constantes viajes marítimos entre Francia e Inglaterra, la enfermedad se propagó de la isla al continente. Según algunos historiadores de la medicina, se cree que el origen de estas enfermedades estuvo cerca del principios del SVI y que esta relacionado con el bacilo Yersinia pestis, en sus formas de ataques pulmonares, septicemias y peste bubónica.

Pero la gran epidemia que azoto a la europea continental, fue la epidemia ocurrida desde 1347 a 1350 , y se trata de la tristemente famosa Peste Negra, se trato de una epidemia de Peste Bubónica, llamada así por la rápida aparición de bubas, formas inflamatorias que aparecen en el cuello y que se trata de la inflamación de los conductos linfáticos, provocando infecciones en la sangre y finalmente en fuertes inflamaciones pulmonares, de ambos casos resultaba el oscurecimiento de la piel tanto por la congestión sanguínea o por la incapacidad respiratoria.

Para la historia de la medicina, esta epidemia que, de acuerdo a las recientes clasificaciones, adquirió la dimensión de pandemia dado que abarcó importantes territorios de la Europa central, afectando no solo a las grandes ciudades, si no que también a pequeños poblados esparcidos por Europa.

Esta pandemia es importante para la historia europea dado que por sus características y dimensiones, además del momento histórico por el que cruzaba Europa, señaló el fin y el comienzo de diferentes maneras de ver el mundo.

Los enfermos o aquellos que eran señalados como responsables del contagio o de la enfermedad, eran proscritos, la marginación, el maltrato y aún las prácticas homicidas, fueron cruentos acontecimientos cotidianos.

La fe religiosa y el oscurantismo científico propio de esa época, orillaba a los eruditos, a los lideres religiosos, a los lideres políticos, a los intelectuales y a la población general, a elaborar un sin número de explicaciones para poder entender la ferocidad con que la Peste Negra atacó al continente europeo.

Algunas estimaciones coinciden en que el porcentaje de la población afectada, infectada o muerta a causa de la Peste Negra, llegó a elevarse al 60 % de la población total del continente, la epidemia rebasó fronteras, culturas, lenguas.

Para algunos investigadores, el origen de la epidemia tuvo lugar en Asia, tal vez en China o India, desde donde las redes comerciales y el intercambio de productos permitieron la aparición, desde las vías terrestres y marítimas la propagación de la enfermedad.

La impensable cantidad de muertos, hizo que la ritualización funeraria, prácticamente desapareciera del mundo occidental, en un principio los muertos por la enfermedad, eran ritualizados de acuerdo a lo establecido por las creencias religiosas, pero cuando se dice que una importante fuente de contagio son los cadáveres, estos comienzan a ser quemados en grandes pilas funerarias sin dar tiempo a ninguna actividad de tipo religioso. De hecho, se dice que aún con vida, muchos enfermos fueron incinerados junto a los cadáveres de otros enfermos.

La jerarquía de la Iglesia Católica, se vio forzada a responder y justificar la presencia de la enfermedad, al no poder responder a esta inquietudes, el ánimo de los creyentes les llevo a cometer actos verdaderamente impactantes; así, surgen los grupos de flagelantes, que ante la inminencia de la enfermedad en alguna población, se reunían en las plazas publicas para practicar la autoflagelación como una forma de humildad y temor ante dios.

Cada vez eran mas grandes los grupos de flagelantes, en principio, se podían ver hombres con el torso sangrante y exclamando y reclamando perdón a dios, al pasar el tiempo estos grupos fueron aumentando en sus participantes, ahora incluían a mujeres y hasta infantes, ahora formaban círculos en los que giraban entonando oraciones y plegarias, caminando en circulo y flagelando la espalda de quien estuviera delante de ellos.

Viendo la velocidad con la crecían estos grupos y por la cantidad de los participantes, la jerarquía religiosa prohibió dichas practicas, el Vaticano promulgo una serie de edictos en los que se determina que tales practicas son “aberraciones que ofenden a Dios en su sentimientos mas profundos…, si es un mandato divino tendremos que soportar el castigo que Dios ha enviado a la tierra como una manifestación de inmenso amor y sus planes de justicia…” , este edicto se atribuye al consejo vaticano de 1345.

Se dice que la virulencia de la epidemia llegó a tener matices de racismo, en algunas zonas donde los judíos eran tolerados, comenzó la persecución y el asesinato como una forma de resolver el problema de la pandemia, ya que se creyó que los judíos eran los portadores del mal.

Esta gran pandemia produjo un importante descenso en la población en China e India, algunos cronistas llegan a señalar que esta pandemia produjo una mortandad hasta del 90% de la población en estos países.

Si bien se ha aceptado que la peste negra tuvo un fuerte impacto tanto demográfico, cultural, político y económico en Europa y Asia, provocando serias crisis en la población de estos continentes, así como un ambiente cotidiano catastrófico, son muchos los historiadores de la medicina que niegan la magnitud de este impacto.

Se dice que el campo, es decir, la producción agrícola sufrió una fuerte caída y casi su extinción al disminuir en las poblaciones rurales, la mano de obra que cultivaría la tierra, la caída de los precios, la falta de trabajadores, la “contaminación” de la tierra y las creencias catastróficas de la época, hicieron que los campos de labranza fueran abandonados y que mucha gente buscar refugio en las grandes ciudades, provocando con esto la aglomeración y el hacinamiento de las personas, la falta de medidas higiénicas, la convivencia multitudinaria, la falta de medidas de prevención y tratamiento de la enfermedad y hasta las creencias populares, provocaron el despoblamiento de grandes regiones de Europa. Se dice que el 70 % de trabajadores agrícolas murieron o abandonaron sus campos de cultivo, y que solo el 17 % de los campos cultivables, se mantuvieron en producción continua, de manera que la hambruna provocada por esta situación, es otra característica de los resultados de la pandemia de la peste negra.

Una creencia muy expandida en la Europa afectada por la pandemia, era que los soldados que volvían a casa, los peregrinos, los monjes mendicantes (que en es época era una forma de vida muy atractiva) y los comerciantes, traían consigo la enfermedad, en parte eso es probable, por las formas de transmisión de la enfermedad de un lugar a otro requiere de huéspedes en movilidad.

Pero lo mas seguro es que el comercio vía marítima o por los ríos, era la fuente de contagio mas importante, el comercio efectuado por estas vías, además de exportar e importar mercancías, llevaba una cantidad importante cantidad de ratas a bardo. Fueron muchas las embarcaciones que eran encontradas con toda la tripulación muerta o al menos moribunda, las ratas infestadas de pulgas se encargaron de traer consigo la enfermedad que fácilmente se transmitió a los seres humanos. Sin duda, este fue el mayor medio de propagación de la enfermedad, las distancias entre países y territorios, donde la enfermedad era endémica, se acortaron gracias a la nueva tecnología marítima, la construcción de grandes naves con inmensas bodegas, en un principio propiciaron el enriquecimiento de algunos países, mas adelante fueron la causa de su caída.

Se dice por ejemplo que en Hungría, que teniendo al río Danubio como su principal vía de comunicación, redujo su población hasta casi un 30%, y durante el período de 1300 a 1547 las población paso de 2 millones a 3.5 millones.

Así, entonces, las graves consecuencias de las epidemias son el despoblamiento de algunas regiones, por la impresionante mortandad y la movilización de los campesinos de los campos a las ciudades con la esperanza de encontrar mejores trabajos y algunos satisfactores como los alimentos.

Es importante hacer notar que la epidemia de la Peste Negra, marca el fin del periodo agrícola de Europa y da pie a la concentración urbana en las ciudades, donde el crecimiento es apabullante.

Entre 1646 y 1665, la Peste Negra amenaza de nuevo al viejo continente, la expansión de la enfermedad es nuevamente rápida, pero el recuerdo de la epidemia anterior aun pervive en la gente, ya era sabido por todos de las manchas negras y las bubas crecidas en el cuello, así que ante las primeras manifestaciones de la enfermedad, se dieron muchas discusiones sobre el como atacarlas , aunque la medicina de la edad media falló, se sabia cuales eran las vías de expansión, de manera que la terrible experiencia de la primer gran pandemia sirvió para evitar una rápida propagación.

Las autoridades comenzaron a imponer medidas de cuarentena a las ciudades y a las embarcaciones, medidas que ayudaron, de cierta manera, a evitar contagios.

Se comenzaron a buscar causas mas terrenales sobre el origen de la Peste Negra, dejando de lado las creencias sobre la venganza o el castigo divino, se recurrieron a nuevos sistemas de combate y de tratamiento de los enfermos, pero existió un nuevo elemento que llamo poderosamente la atención al mundo científico y político de la época, algunas personas expuestas a la enfermedad se mantuvieron sin contagiarse.

Se ordenaron nuevas formas para controlar la movilidad de la gente y se dictaron ciertas disposiciones acerca de la higiene, del manejo de los enfermos y de control sanitario.

Así como de manejo de las mercancías importadas y se trabajó mucho en el aislamiento de los enfermos, las personas encargadas del manejo de enfermos adoptaron nuevas formas de ropa que le protegía, al menos así lo pensaban, del contagio de la enfermedad.

Aunque nuevamente la población europea se vio fuertemente diezmada, la mortandad en esta segunda aparición de la enfermedad, fue notoriamente menos drástica que en la primera.

Para 1665 se produce en Londres una tercera epidemia devastadora, lo mismo, la mortandad es importante pero se contaba con un nuevo recurso… la experiencia.

Las epidemias subsecuentes fueron menos en cantidad y menores en letalidad, los episodios epidémicos se redujeron en frecuencia y en magnitud, muchas veces dejaron de tener la característica de pandemia y se quedaron solo como zonas endémicas.

Las prácticas de control y manejos de los enfermos, así como de las nuevas formas higiénicas establecidas en las ciudades, la disposición de las aguas de drenaje y la captación de agua limpia, la disposición y el manejo de los desperdicios y aún el manejo y control de la disposición de los cadáveres, permitió que los nuevos episodios epidémicos fueran menos agresivos.

El control de las mercancías, el impuesto sobre la importación o exportación de las mismas, es control aduanal y la imposición de la cuarentena a ciertos artículos, logran un importante acorralamiento de la enfermedad.

En 1830 se registran en Europa y Asia, los primeros casos epidémicos del cólera, conociéndose esta como Cólera Asiática. Las formas de tratamiento del cólera, se referían a las sangrías que se les provocaban a los enfermos, estas sangrías consisten en hacer algunos cortes en las venas de los brazos para provocar un sangrado lento, el fin de esta técnica se relacionaba con la idea de los humores, en este caso el humor rojo…el cólera.

Estas acciones cometidas contra los enfermos de cólera provocaron mas muertes que la presencia de la bacteria misma, los enfermos desangrados aunaban sus episodios diarreicos con la deshidratación y la perdida de sangre, de manera que el numero de muerto por el cólera y su forma de tratamiento, se elevaron en un corto plazo.

Ahora se sabe que el cólera no significa muerte, si es tratado a tiempo con una medicamentación a base de antibióticos y sobre todo con terapias de rehidratación y acciones para contener la diarrea.

En la actualidad, el cólera continua, pero los decesos provocados por la enfermedad se han disminuido notablemente gracias a la aparición de antibióticos de amplio espectro y de técnicas sanitarias eficientes, con también eficientes disposiciones de aguas residuales y de agua potable, además con las técnicas de rehidratación rápida que han llegado hasta la elaboración de sueros en forma de polvos que funcionan tan solo con añadir un poco de agua.

La causa del cólera fue determinada en 1854, con toda seguridad pero se tiene el registro que en Londres, el cólera mató a cerca de 30 000 personas en un lapso de tiempo corto, 17 años.

En 1854 se detecto que el río Tamesis era una importante fuente de contagio por que sus aguas estaban contaminadas con las aguas negras de la ciudad de Londres, y es hasta 1866 cuando fue inaugurado un novedoso sistema de drenaje y alcantarillado, que además de eliminar los malos olores de la ciudad, permitía disponer de las aguas residuales y enviarlas a otros sitios para darles una especie de tratamiento.

En España, la primera epidemia de cólera, en 1845, causó cerca de 150 000 muertos y la segunda, en 1854, causó cerca de 210 000 muertos, las medidas sanitarias que permitieron a la ciudad de Londres erradicar el cólera, fueron tomadas en cuenta para el caso de España en el año de 1890 en la ciudad de Madrid y de algunas otras ciudades importantes.

Otra epidemia importante en Europa, es la epidemia de la Lepra, se dice que las regiones donde se origina la lepra son el medio oriente y Egipto, en donde se tienen registros de procesos epidémicos desde el siglo V AC.

En el año 150 DC en china, un medico de la época hizo uno de los primeros registros inequívocos de la lepra, enfermedad que ataca el tejido cutáneo y que era considerada de un alto riesgo de contagio ante las pésimas formas de manejo de los pacientes y del tratamiento de la enfermedad.

De aquí que, debido a la alta tasa de contagio que registra la lepra, en la edad media se crean los primeros leprosarios o Lazaretos (haciendo alusión a los poderes mágicos de Jesús para devolver la salud y la vida a los enfermos de lepra), manteniendo alejados de los grandes núcleos de población a los enfermos, aislándolos a la triste vida de morir alejados y sin ningún tipo de auxilio. Muchas veces fueron encerrados en estos sitios a persona que tenían la enfermedad, estos equívocos estaban relacionados, seguramente, con ciertas rencillas o por recomendaciones algo oscuras para apartar o desaparecer a ciertas personas, de manera que algunos estudios patológicos realizados en os cementerios, han descubierto que tan solo el 70% de las persona ahí enterradas, eran verdaderas victimas de la lepra.

De manera que a los enfermos de lepra se les consideraba como muertos en vida, se les “enterraba” en vida, su presencia era anunciada con campanillas o se les obligaba a abordar algunos navíos que servían como asilo para otros enfermos, como los locos y que viajaban a la deriva por los ríos de Europa sin oportunidad alguna de desembarcar de ellos, de ahí que la idea de “abordar la nave de los locos”, tiene una connotación acerca de la desaparición de los individuos.

La aparición de los leprosarios no es privativa de la Europa Medieval, se tiene registros que durante los últimos y los primeros años de la era cristiana, los leprosarios eran muy comunes en el medio oriente y el norte de África.

Durante la edad media, la vocación de ciertos religiosos estaba orientada a la atención de los enfermos de lepra, talvez siguiendo el ejemplo de Jesús con su habilidad de sanar a los enfermos de este padecimiento.

Como dato curioso, la lepra se documentó por primera vez en Hawai en el año de 1823 y en la isla de Australia hasta 1920, relacionándola con la presencia masiva de emigrantes hindúes, chinos y del medio oriente.

Para el caso de México, se tienen pocas referencias del comportamiento de la enfermedad como una epidemia, la lepra sigue presente en nuestro país, pero afortunadamente lepra ya no es sinónimo de muerte, los tratamientos actuales de la lepra han disminuido su ferocidad y la han alejado de la noción de lepra igual a muerte.

A partir del descubrimiento y elaboración de las sulfas, la lepra a ha decrecido en cantidad de enfermos y en ferocidad, el principio del aislamiento de los leprosos, tuvo un excelente funcionamiento como una practica de control sanitario.

En 1897 se reconoce al agente etiológico de la lepra y se le pone nombre: Mycobacterium leprae.

Las consecuencias de la lepra son las de ocasionar discapacidades severas y, en consecuencia, se requiere de un ejercito de gente para poder atender las necesidades mínimas y básica de los enfermos de lepra.

LAS EPIDEMIAS EN MÈXICO.

En el caso de México, la historia de la medicina comienza a rastrear los episodios epidémicos a partir de la conquista, son muy pocos los documentos o las fuentes, de tipo prehispánico, que den las argumentaciones suficientes para poder decir que en el pasado prehispánico hubieron casos de epidemias, no es de dudar la existencia de algún tipo de enfermedad que adquiriese el carácter de epidémico o al menos pandémico.

Algunos historiadores de la medicina, no hablan de algunos tipos de enfermedades tales como la tuberculosis ósea y del tipo de enfermedades endémicas como el paludismo o el dengue.

Se dice por ejemplo que, en el año 10-conejo (1450) ocurrieron cambios climatológicos violentos condicionando una helada extemporánea que propició que aumentaran el hambre, la contaminación de las aguas por la muerte de animales acuáticos y la aparición de enfermedades.

Otra serie de heladas causó pérdida de las cosechas y escasez de semillas para la siembra. El hambre se dejó sentir más en las pequeñas ciudades del área de influencia de Tenochtitlán y de Texcoco, aunque esta última padeció más a causa de las epidemias, ya que el hambre y la enfermedad hicieron que pereciera la mayor parte de sus habitantes.

Los gobernantes tomaron medidas para combatir el hambre y sus consecuencias. En las cabeceras de la Triple Alianza: México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan, los señores Moctezuma Ilhuicamina, Netzahualcóyotl y Totoquihuatzin dejaron de levantar tributos durante los seis años que duró la calamidad. Además abrieron sus trojes y graneros donde guardaban el tributo que habían recaudado en los años anteriores y repartieron maíz y fríjol entre los pobres de su reino.

Desde el inicio de las calamidades, Alva Ixtlilxóchitl expresa que por las nevadas de 1450 la temperatura enfrió de tal manera que se presentó un "catarro pestilencial", a consecuencia del cual murió mucha gente, en especial de edad avanzada. Puede suponerse que el padecimiento en cuestión afectaba las vías respiratorias y pudiera tratarse de algún tipo de influenza que periódicamente se manifiesta con un carácter epidémico, de alta mortalidad. Esto puede atribuirse a que a las catástrofes en que los alimentos más esenciales escasean, y con mayor razón cuando faltan por cinco años completos, se suman diversos tipos de padecimientos infectocontagiosos que proliferan, a la par que el aparato inmunológico de la población afectada se deprime con la imposibilidad de obtener proteínas.

Lo que si es un hecho, es que a través de los cronistas, se tienen registrados varios episodios epidémicos en la Nueva España y uno de los mas importantes, fue la aparición de la viruela, enfermedad que para la mayoría de los europeos, no causaba grandes estragos, puesto que se habían desarrollado alguna características inmunológicas contra la enfermedad.

Al contacto con este tipo de virus, los pobladores aborígenes de la Nueva España, son presa fácil de la viruela, enfermedad eruptiva que tiene a provocar un grado de malestar generalizado, con cuadros febriles altos y síntomas diarreicos.

Algunos historiadores de la medicina, afirma que en el México antiguo, existían algunos tipos de enfermedades eruptivas menos severas que la viruela, como la escarlatina o el sarampión, pero lograr unificar criterios sobre este punto, es un tema bastante difícil.

Se dice que un soldado de las huestes de Hernán Cortés, llego a América enfermo de viruela y a partir de su ingreso a las cercanías de la Gran Tenochtitlán, significó un importante foco de infección.

Esta enfermedad, entonces, se convirtió en un verdadero aliado de los españoles para lograr sus propósitos de conquista, los datos de los cronistas, narran un impresionante nivel de mortandad, se dice que de cada 100 personas infectadas, morían entre 85 y 90 de ellas, reduciendo en pocos años la población nativa mesoamericana.

De manera que durante los primeros 25 años de colonización, falleció un poco mas de la tercera parte de la población nativa. Ante este derrumbe de la población local, el proceso de colonización se dio con cierta facilidad, algunos historiadores a partir de estos acontecimientos, tratan de explicar la desaparición en pocos años de los imperios Inca y Mexica.

Hay que recordar que hasta 1796, se llevan a cabo los primeros experimentos y la aplicación de las primeras vacunas antivariolosas en Inglaterra.

La vacunación masiva contra la viruela se inicia en los Estados Unidos de Norteamérica en el año de 1800, pero la aplicación rutinaria comienza a principios de siglo XX, para el silo XXI se tienen bajos recuentos de enfermos de viruela, cantidades insignificantes y se ha llegado a afirma que la viruela ha sido erradicada del planeta tierra.

Se tiene registrada como la fecha de erradicación total de la viruela en Somalia el 26 de octubre de 1977.

En México, la lepra llega después de varios años del proceso de colonización y se cree que proviene de países que se les consideraba como endémicos de la lepra, hay quienes opinan que la lepra llega a México vía la importación de los esclavos negros que eran traídos de algunas regiones de África.

Se instauran los primeros centros hospitalarios para la atención de los enfermos de lepra y se crean los primeros leprosarios alejados de las grandes ciudades.

En 1498 Vasco da Gama relata que en sus viajes aparece una rara enfermedad, que en la antigüedad ya había sido descrita por Plinio, el escorbuto, esta enfermedad tal parece que era única y exclusivamente feroz con los marineros o con aquellos que realizaban largas travesías, se atribuye la aparición del escorbuto a la deficiente alimentación que tenían los navegantes durantes sus viajes, en la actualidad se cree que estas deficiencias alimentarías contribuían a la poca ingesta de productos proveedores de la vitamina C.

El escorbuto acompaño a los navegantes tanto españoles, como portugueses e ingleses durante muchos años, muchos siglos, pero en la medida de que esta enfermedad difícil de atender y rara por su naturaleza, llega al continente americano vía la famosa Nao de china, de ahí que se le reconoció durante mucho tiempo como la enfermedad de la Nao o como la enfermedad del Mar.

El escorbuto se caracteriza por desarrolla fuertes escoriaciones y úlceras en la boca, acompañadas de virulentos derrames de líquidos sanguinolentos o con pus.

Además de las altas fiebres que acompañan al escorbuto, el dolor de la boca y la lengua hacen que la alimentación sea un verdadero martirio, de ahí que, los enfermos de escorbuto morían es cuadros de debilidad por falta de alimentos y deshidratación.

El tratamiento para el escorbuto recomendado y registrado en el códice Mendocino es a base de xocohuixtles, mientras que en Europa, el escorbuto era tratado con medios tan diversos como el de comer luciérnagas y hasta tomar café fuerte, de hecho, se dice que en Hamburgo se abre la primer cafetería con es objetivo, tratar el escorbuto, aquí mismo fue considerado el escorbuto como una enfermedad altamente contagios, el imaginario popular , al ver las manifestaciones externas del escorbuto como de la lepra, hacía que nadie se acercara a esa especie de monstruosidades que eran los enfermos.

De hecho, se habrían evitado muchas muertes innecesarias si se hubiera sabido que el escorbuto se repele con una buena alimentación, con un buen manejo de los conservadores de los alimentos y de las reglas de higiene mas básicas; se cree que el escorbuto fue un instrumento que no permitió un proceso de colonización mas veloz.

En 1777 un médico inglés, introdujo, casualmente, el jugo de limón conservado para ser transportado durante las largas travesías, como un elemento para la conservación de los alimentos, notando una importante recuperación de los enfermos y así como la desaparición de los casos de escorbuto en los marinos.

El escorbuto no se presentó como una verdadera epidemia para la Nueva España, pero si modificó las condiciones de mercadeo con la corona de España y el resto de sus colonias.

La sífilis ha estado siempre al lado del ser humano, de hecho se dice que civilización es sinónimo de sifilización, la población europea y se puede afirmar tranquilamente que la población mundial había aprendido a vivir con la sífilis, pero es cerca del año 149, recién después del descubrimiento de América, que la sífilis regresa a Europa con una feroz forma de contagio, para algunos investigadores, este incremente y potencialidad de la sífilis, se debió en gran medida al aumento del numero de viajes a las nuevas tierras colonizadas, se dice que los marinos que viajaban en estos barcos llevaban consigo la enfermedad y que al iniciar actividades sexuales con las y los aborígenes de las nuevas tierras, los microorganismos responsables de la sífilis adquirieron nuevas estructura celulares, es decir sufrieron de algún tipo de mutación y regresó esta enfermedad a Europa con una ferocidad no conocida.

Las primeras victimas de la sífilis, casualmente no fueron los varones que eran los transportadores de la enfermedad, sino que fueron las prostitutas francesas quienes sufrieron el ataque sin compasión de esta enfermedad, coincidiendo con lo que desde la antigüedad se propone; la sífilis como la enfermedad de Venus, la enfermedad de las mujeres, las enfermedades venéreas.

Los casos de sífilis en la Nueva España, provocaron lo que en su momento sería una renovación en la conducta moral y sexual de los habitantes de América.

En esta enfermedad también es importante las terribles manifestaciones externas de un enfermo contagiado, por estas imágenes es fácil de reconocer y entender el terror que provocaban, de manera que la sífilis resulta ser utilizada como un arma para recuperar a las almas perdidas en la lascividad y la victimas de la fornicación pecaminosa. El discurso religioso se ve fuertemente influenciado por esta situación, la jerarquía religiosa lanza fuerte ataques a los lascivos y pecadores, así como impone fuerte normas de conducta para aquellos que no atiendan a la moral y a las buenas costumbres.

La sífilis, tanto en Europa como en América, y en el caso de la Nueva España, se reducía a áreas endémicas como las grandes ciudades y los puertos marítimos, de ahí la mala fama de la vida en los puertos.

Ante el descubrimiento de la penicilina a finales del S XIX, la ferocidad de la sífilis se fue disminuyendo y los casos fueron controlados, las prácticas sexuales siguen manteniéndose activas desde entonces. Como dato curioso, los primeros preservativos, hechos de piel de intestino de borrego, comenzaron a ser utilizados a finales del siglo XIX como una medida profiláctica para el control de la sífilis.

La enfermedad más común y mortal era, aparentemente, la disentería. Casi siempre que se atribuye una elevada mortandad en un viaje a un padecimiento, se menciona la disentería por sí sola o como una de las causas principales. También se cita a la viruela y en muchos casos la muerte se relaciona a la carencia o al deterioro de las provisiones. Los negros esclavos traídos de África, también padecían helmintiasis y algunas veces eran tratados contra los parásitos. En ocasiones se menciona que los esclavos morían de letárgica, que quizás era la enfermedad del sueño o tripanosomiasis. No existen pruebas de que los traficantes supieran que también estaban importando el paludismo y la fiebre amarilla, o que les hubiera preocupado saberlo.

En general, para los indígenas prehispánicos todos los males, físicos y sociales, eran considerados producto de la voluntad de los dioses, a la actitud de las divinidades hacia el hombre: una maldición, un castigo. La intervención del factor religioso en la concepción de las enfermedades jugó un papel importante, para los pueblos prehispánicos, pues cualquier alteración del orden cósmico o del humano era considerada realizada por los dioses.

Así, estos pueblos tributaban adoración especial a los astros y procuraban complacer en todo a sus dioses para evitar que las calamidades cayeran sobre ellos.

La noción de la enfermedad y sus causas etiológicas tienen una doble explicación, los antiguaos mexicanos creían que ciertos animales o ciertas actividades podían causar accidentes y estos eran los que originaban las enfermedades, pero también creían la influencia sobrenatural sobre la etiología de las enfermedades, no es difícil entender entonces que cuando se encuentran los españoles y los indios americanos, la presencia de las enfermedades devastadoras pudo haber sido interpretado como una forma amenazante y destructiva mas poderosa que su propios dioses.

Existen numerosas versiones que afirman, que cuando el hombre europeo llegó por primera vez, casi todo el territorio de América era salubre y muchas regiones estaban densamente pobladas. Así, Fray Bartolomé de Las Casas recorrió la América española entre 1511 y 1547, quizá mejor que ningún otro hombre de su tiempo, para llevar a cabo su obra a favor de los indios, por la cual le confirieron los títulos de Apóstol de las Indias y Protector de los Indios. No se ha encontrado en sus escritos mención alguna acerca de comarcas insalubres debido al paludismo u otra enfermedad. Aunque otros especialistas afirman que el territorio de las costas de la nueva España, era una zona endémica de dichas enfermedades, como hasta la fecha sigue considerándosele.

Las Casas, vehemente partidario de un tratamiento justo a los indios, atribuía los sufrimientos y la rápida desaparición de los nativos a los malos tratos de los españoles. Fray Toribio de Motolinía, en una carta dirigida al rey y fechada en Tlaxcala el 2 de enero de 1555, acusa a Las Casas de calumniar a los españoles; menciona que los indígenas han disminuido en gran número en los últimos diez años debido a las pestilencias y no al maltrato. Además, señala que "Dios castigó a la Nueva España con diez plagas trabajosas" que son la viruela, el sarampión, el hambre, la guerra, la opresión y los tributos en varias formas, la esclavitud y el trabajo en minas.

A partir de la llegada de los españoles a México se produjeron, durante el siglo xvi, una serie de terribles catástrofes epidémicas que asolaron al país. Y se considera esta periódica mortandad como una de las causas que más influyó en la decadencia de las razas aborígenes, pues en breve tiempo acabó con la mayor parte de los individuos.

Desde el momento de la fusión de las dos culturas, se desencadena por el territorio mexicano un conjunto de pestilencias (como entonces se nombraban) que, por ser de etiología desconocida y atacar a individuos no inmunizados, adquirieron violencia inusitada. Con los peninsulares vinieron enfermedades desconocidas que atacaban a los indios, que contribuyeron mucho a disminuir el número de habitantes y a afrentar el espíritu de los que lograron sobrevivir. La caída de sus creencias religiosas ante una nueva fe religiosa y quedar sus vidas sujetas a manos extrañas, les produjo una indiferencia muy peligrosa para el vivir. Así lo consideraron los mismos españoles, y Fray Gerónimo de Mendieta escribió que "era gente que no deseaba alargar la vida tanto como nosotros".

Es fácil entender que este nuevo estado de animo se pudo haber generalizado, de manera que la mortandad y la poca o nula actitud positiva para poder resistir y enfrentar el ataque de estas enfermedades, terminaron por diezmar gravemente a la población, alguno autores afirman que la población aborigen se redujo hasta quedar algo así como el 10% y otros afirman que pudieron resistir el 30 % de los nativos de las ameritas, cualquiera que sea la versión real, nos hace pensar en el panorama tan violento que se vivió en ese periodo.

La primer gran epidemia ocurrida en la nueva España, tuvo lugar en 1520, cuando en uno de los navíos procedentes de Europa, viajaba un soldado gravemente enfermo de viruela y cuando este baja a tierra, infecta a una gran cantidad de indios que fueron propagando la enfermedad por todos los rincones del territorio conquistado, la mortandad ascendió a miles de individuos infectados, la viruela se había propagado con tanta ferocidad que fue imposible, en muchas ocasiones, dar una honrosa sepultura a los fallecidos.

La segunda epidemia ocurrió en 1531 y vino también por parte de los españoles. Fue de sarampión. Se difundió rápido entre los indios, y muchos murieron aunque no tantos como por la viruela; sin embargo, produjo grandes estragos.

Al sarampión lo llamaron záhuatl tepiton, que quiere decir lepra chica, para distinguirla de la viruela. Señala el Códice Telleriano, que "el primer año de esa lámina es el Chicome Tóchtli, 7-conejo, 1537 (1538), en que hubo una epidemia de viruela". López de Gómara pone por esta fecha una peste de sarampión, enfermedad desconocida hasta entonces por los indios, por lo que no sabiendo su curación causó gran mortandad. El códice representa la enfermedad con unos hombres con el cuerpo cubierto de manchas negras. Desde la epidemia de 1532 los indios recibieron ayuda muy eficaz de los franciscanos.

En 1545 sobrevino la tercera epidemia conocida del siglo XVI, caracterizada por los síntomas siguientes: "pujamiento con sangre y juntamente con calenturas, y era tanta la sangre, que les reventaba por las narices". Ni los españoles ni los indígenas mencionan de qué enfermedad se trata, pero se descubre un padecimiento febril, hemorrágico, con un síndrome cólico sangriento, que causó gran mortandad entre los indígenas.

Varias epidemias fueron de matlazáhuatl, nombre indígena para designar el tabardete o tabardillo pintado de los españoles, o sea el actual tifus exantemático. El tabardete endémico desde épocas precortesianas era bien conocido de los españoles. El primer libro de medicina que se publica en México, la Opera medicinalia de Francisco Bravo, está en su mayor parte dedicado a la enfermedad que, con brotes periódicos, diezmaba a la población mexicana. El síntoma más aparente del tifus o tabardillo es el exantema petequial. Los códices indígenas representan a estos enfermos con la piel cubierta de manchas parduscas.

En 1576 nuevamente murió mucha gente por una epidemia con "pujamiento de sangre" como la anterior. Otra denominación de las epidemias del siglo XVI fue cocoliztles. Cocoliztle en náhuatl quiere decir plaga o epidemia, mas en estos dos casos perdió su significado general para convertirse en nombre específico de una enfermedad no identificada, pero similar en ambos casos. No era claramente tabardete ni viruela ni sarampión; el cocoliztle no tenía erupción cutánea y sí copiosas hemorragias nasales y apostemas (abscesos) retroauriculares, que eran su síntoma predominante.

A fines de 1595 y principios de 1596, se desata la ultima gran epidemia del SXVI, dado los pocos registros hechos de tal evento, no se sabe a ciencia cierta de que tipo de enfermedad se trabajaba, tal parece que era una enfermedad diferente a la de las otras tres epidemias anteriores. Aunque la mortandad no fue tan escandalosa como en las ocasiones anteriores, esta ultima epidemia cierra el ciclo de de enfermedades mortales en esta centuria.

A las enfermedades importadas de Europa y África durante la conquista y la colonización de América, contra las cuales la población indígena carecía de anticuerpos, se unieron las guerras y la imposición de un sistema económico de explotación distinto, que trajeron una baja en la productividad agrícola y con ella el hambre.

Las epidemias y las hambrunas formaban ciclos casi interminables, las enfermedades epidémicas más notorias durante la colonia fueron el matlazáhuatl, la viruela, el sarampión y el hambre, todas ellas designadas por los indígenas cocoliztli o peste.

La viruela o hueyzahuatl y el sarampión o tepitonzáhuatl omathaltotonqui, enfermedades epidémicas, provocaron alta mortalidad sobre todo en grupos de 0-5 años de edad y sin diferencia de clase social. Llegaban a atacar a otros grupos de edad cuando la enfermedad tardaba más de 15 años en presentarse; en este caso, produjeron abortos y mortinatos cuando afectaron a mujeres embarazadas, con la consiguiente baja en la natalidad.

La escasez, la carestía, el mal estado de los alimentos, las condiciones de desnutrición, de abastecimiento de agua y de hacinamiento de la población, propiciaban el desarrollo de gran cantidad de enfermedades gastrointestinales y pulmonares contagiosas que atacaban indiscriminadamente a los grupos vulnerables pero no a las clases sociales altas.

Los niveles de vida juegan un papel determinante en cuanto a niveles de salud y sanidad y a defensas de contagio. Las condiciones socioeconómicas de las poblaciones indígenas y castas en general harán de éstas, víctimas más fáciles de las enfermedades transmitidas por el piojo, la pulga y el aire. Estos grupos sociales vivían hacinados, en lugares que carecían de ventilación, agua y drenaje. Aparte de esto, el bajo nivel adquisitivo y el hambre ancestral contribuían a la rápida contaminación masiva y demoledora. En estos casos la mortalidad atacaba en su primera fase a los dos extremos de la pirámide de edades, es decir los niños y los ancianos era blanco fácil de las enfermedades contagiosas y mortales.

En adelante, las epidemias y los ataques a la población por las diferentes enfermedades contaban con la valiosa aportación de los continuos contactos ya no solo con Europa, sino que las travesías para Asia y África eran mas frecuentes, el continuo ir y venir de personas, animales y mercancías, permitieron el constante flujo de microorganismo patógenos que se trasladaban tranquilamente de un continente a otro, se debe notar que por la carrera natural de las enfermedades, cada vez se ofrecía mas resistencia a cierto tipo de padecimientos, esto aunado con el avance en las técnicas medico científicas, las normas higiénicas que se establecieron y un continuo cambio de comportamiento de la población respecto al manejo, a la atención y al cuidado de los enfermos, hizo que los niveles epidemiológicos fueran decreciendo.

Ante la invención de las vacunas y del descubrimiento de los agentes patógenos, la ferocidad de las epidemias fue disminuyendo, el enriquecimiento de algunas regiones y el empobrecimiento de otras, permitió que el perfil de la enfermedad y de los enfermos se transformara rápidamente, los grupos vulnerables o los grupos insensibles a las enfermedades también fueron modificándose.

La experiencia en el tratamiento, la prevención y en el conocimiento de ciertas pautas de higiene y de salubridad, mantuvieron bajo cierto nivel a las enfermedades que, en tiempos anteriores hubieran significado ser serias calamidades. El descubrimiento de los bactericidas, de los antibióticos, el desarrollo de las vacunas, las prácticas higiénicas, el acceso a agua potable y un mejor desecho de aguas residuales, ayudaron a disminuir en intensidad las epidemias.

También jugó un papel muy importante la diversificación, la accesibilidad y la producción de alimentos, para poder enfrentar más eficientemente a las enfermedades. El establecimiento de normas y reglas para los servicios de salubridad y la higienización de las practicas cotidianas, fueron también un elemento determinante en la disminución en la frecuencia y en la mortalidad de las epidemias. El papel que asumieron las autoridades gubernamentales, médicas y hasta religiosas, fue también clave para la disminución la las epidemias.

Así las epidemias se mantuvieron, en cierta medida, bajo control y con menos ferocidad y violencia… pero la aparición de nuevas enfermedades o de microorganismos, que ahora se sabe que sufrieron mutaciones, también siguieron provocando nuevos tipos de episodios epidémicos.

Es importante hacer notar que las percepciones del cuerpo, de los agentes patógenos y de las enfermedades mismas, se fueron transformando de tal manera que el imaginario popular las resignificó de diferente manera, otorgándoles nuevos sentidos y, en consecuencia, nuevas formas de enfrentarlas y asumirlas.

Se dice, por ejemplo, que ante la epidemia de tuberculosis que se desata en Europa a finales del SXIX y en medio del movimiento cultural conocido como “Romanticismo”, la forma de representar y de asumir la enfermedad, era considerado como “una gracia concedida para describir un nuevo sentido a la vida”.

El caso particular de la lepra y su fuerte asociación a los escritos bíblicos, hacen de esta enfermedad un caso muy típico en el que el imaginario colectivo creó una forma de percepción de la enfermedades y sobre todo de los enfermos, en los que la segregación y la atención “especializada” permitió incluso el reconocimiento de la “santidad” de muchas persona, recientemente el caso de la Madre Teresa de Calcuta, como luchadora por los derechos y la atención, en un principio, de los enfermos de lepra que deambulaban y vivían en las calles de Calcuta.

En años recientes, el mundo ha sido sacudido por nuevas formas virales que afecta profundamente la salud de quienes se contagian e incluso llegan a provocar la muerte.

A principios del SXX, se difundió por varios países, la llama Gripe de España o Influenza Española, que no era otra cosa que una forma viral mutada y cuyo origen se relacionó con un tipo viral procedente de Europa, específicamente España y que cobró miles de vidas no solo en Europa, sino que también en los Estados Unidos y Canadá fueron fácil presa de esta epidemia. Recordemos que en 1918, Estados Unidos fue el sitio de donde se expandió una epidemia de esta influenza vulgarmente conocida como influenza española y que diezmó a la población del planeta en el orden del 2 al 10 %.

El caso de la influenza española, nos hace recordar que las epidemias tiene un fuerte respaldo en los acontecimientos de tipo social y político; así por ejemplo, tenemos que el origen, en aquella época, fue un brote que comenzó en los campos de reclutamiento de soldados que estaban siendo adiestrados para asistir a la Primera Guerra Mundial, y que se encontraban estacionados en Kansas y Texas, este último estado fronterizo con México.


El brote de este tipo de Influenza se propagó de la población del Paso, Texas a los estados fronterizos de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, a partir del 6 del octubre de 1918, bajando rápidamente por las rutas comerciales del Norte hacia el Sur del país y atacando masivamente a la población mexicana. En 1918, los médicos desconocían el origen de la enfermedad, pues solamente años más tarde, entre 1933 y 1954 se logró descubrir los tres grupos de virus A, B y C, causantes de la influenza, que en México, al inicio del siglo XX causó la muerte de aproximadamente 400 mil personas, en una época en donde en el país había una población total aproximada de 15 millones, 120 mil personas.
La cifra de muertos fue muy elevada, ya que representaba entre un 2.5 y 3 % por ciento de la población total.

Ante el avance de los medios y vías de comunicación, la distancia entre las regiones, los países e incluso los continentes del mundo, cada vez es menor, el constante ir y venir de viajeros alrededor del planeta y la relativa facilidad y velocidad, han permitido la propagación de ciertas enfermedades con igual velocidad. Debemos recordar que cuando una epidemia ataca dos o más países y su regionalización es más extensa, se le conoce como pandemia.

¿LAS EPIDEMIAS SON SOLAMENTE UN PROBLEMA DE SALUD?

Ante los recientes acontecimientos, en un principio se hablaba en la ciudad de México y del área conurbana, de la aparición de un brote de un extraño virus desconocido, aparentemente nadie tenia idea que tipo de virus se trataba, lo único en que estuvieron de acuerdo las autoridades y los responsables del sector salud, es que se trataba de un tipo de influenza que inmediatamente fue relacionado con la Gripe Porcina, los varios casos de enfermos reportados con los mismos cuadros sintomáticos y, que finalmente fallecieron, hizo sonar la alerta de algo que se presumía era mas que unos cuantos casos aislados.

Debemos recordar que en años recientes la influenza hizo presencia en México y que se establecieron campañas de vacunación masiva para los adultos mayores y menores de edad que se consideraban como grupos vulnerables. Luego, mas tarde, aparece otro tipo de microorganismo que afecta a los lactantes y recién nacidos, nuevamente se aplican medidas severas de control y se comienza a vacunar a este grupo de población. A pesar de las defunciones ocurridas por estos padecimientos, no se llego a considerar como pandemia, de hecho, tan solo algunas regiones del país fueron consideradas como zonas endémicas, entre otras la Ciudad de México.

En México hoy existen, enfermos y cadáveres que permiten a los investigadores de los laboratorios más avanzados de los Estados Unidos, Canadá y Europa, llevar a efecto, pruebas de detención e identificación del virus responsable de la actual epidemia, que por otra parte representa un peligro real para las economías del mundo, incluso en un nivel de desastre superior a las recién crisis financiera de los mercados mundiales.

Ese es el verdadero sentido de la preocupación del Organización Mundial de la Salud respecto a lo que acontece en México, un país de economía emergente donde existe un mal “altamente contagioso” que puede ser mortal y puede originar una pandemia, es decir una epidemia que puede afectar a numerosos países, razón por la cual la OMS ha ofrecido su apoyo “a través de un Comité de Emergencia con el fin de enviar medicamentos y expertos”. La situación es grave y la OMS ha declarado una emergencia en fase 3 sobre un máximo de 6.

A nivel nacional la alerta roja se enciende y los gobiernos estatales y federal, inician un importante cerco sanitario para evitar la expansión de la enfermedad. Por las características del virus, en un principio de hablaba de influenza porcina mutada que ataca a hora los seres humanos, las medidas sanitarias parece, al menos así aparentan, ser de lo mas rudimentaria. No existe aún una vacuna específica capaz de detener al cien por ciento la agresividad del virus.

Se le cambia de nombre y se le quita el apellido de porcina, normándola como influenza humana, pero anteriormente ha habido otros tipos de influenza que atacan a los seres humanos, esta se apellida ahora H1N1. Se ha declarado que la situación “es muy grave y tiene un gran potencial pandémico”.

Ante la incertidumbre de saber de que tipo de virus se trata, de su origen, de su transmutación, de su agresividad y de otras cosas mas, la población mexicana y en especifico la de la ciudad de México, comienza a sufrir lo que los expertos han denominado como “depresión de origen estresante”, las medidas que toma el gobierno del D.F. obligan a cerrar lugares públicos, como restaurantes, cines, cafeterías y hasta estadios de fútbol, se suspenden las clases escolares y en general la vida cotidiana de la ciudad de México se ve alterada radicalmente.

Es impresionante la imagen en las calles de la ciudad por el caminar de la gente con cubre bocas y con el temor de escuchar un estornudo o la tos de alguien, las manifestaciones de temor no se hacen esperar y el pánico comienza a sentirse. Ahora recomiendan no saludar de beso ni de mano; eso, en el imaginario popular es una forma de alejamiento (no solo por cuestiones de sanidad), que se relaciona con la incertidumbre de la proximidad.

La adopción de medidas contra la influenza, incluye como siempre en la historia de las epidemias, medidas de excepción. Tal es el caso del reciente decreto oficial que faculta a la Secretaría de Salud de México a establecer “el aislamiento de personas que puedan padecer la enfermedad y de los portadores del germen de la misma por el tiempo que resulte estrictamente necesario…” así como el ingreso de las autoridades “a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimiento de actividades dirigidas al control y combate de la epidemia”.

Debemos recordar que un tipo de coerción oficial es un ingrediente permanente de las recetas preventivas contra las enfermedades epidémicas. Así lo muestra su historia y lo corroboran los hechos ordenados por el Consejo Superior de Salubridad de quemar la ropa y chozas, como el traslado forzoso de población en Mazatlán durante la epidemia de peste bubónica de finales de 1902 y principios de 1903. En 1918 durante la epidemia de influenza española, el Departamento de Salubridad ordenó estricta cuarentena a buques y pasajeros que llegaran a los puertos del país.

Estas medidas de excepción, tienen como objeto mantener bajo control las epidemias, en el caso de esta reciente epidemia, las medidas adoptadas fueron, a mi parecer, un importante elemento para el control y evitar la propagación de la enfermedad, sin alcanzar, al menos en nuestro país, el grado de pandemia nacional, los casos de enfermos que fueron estudiados y analizados, así como el numero de fallecidos, se ha podido mantener bajo cierto control. La promesa del desarrollo de una vacuna eficaz para el tratamiento de la influenza humana, predice que en un periodo no menor de 6 o 7 meses podría desarrollarse. Los noticieros informan sobre el peligro de que esta epidemia se repita en la época invernal y nos hacen contar el tiempo que nos queda de primavera, de verano y de otoño antes de que comience a bajar la temperatura.

Las epidemias alteran la vida de los seres humanos produciendo miedo y temor, pues nadie está a salvo de ellas. Son como agentes invisibles que tocan con sus efectos a las personas que por azar se cruzan en su camino. Esto es evidente, en la ciudad de México, la gente tiene miedo, y de modo extraordinario, en una población que regularmente está acostumbrada a un tipo de vida, hoy priva el silencio y nadie festeja. Las calles lucen desiertas, los cines y las populares cervecerías y cantinas están cerrados y las gentes se miran unas a otras con recelo.

Toser y escupir en una ciudad que tiene amplios márgenes de contaminación ambiental y grandes cantidades de basura es un signo de cercanía con la influenza. La epidemia asusta a la población que no sale de sus casas sí no es por necesidad. Las farmacias son los únicos comercios que están llenos de gente que hace compras de pánico de complejos vitamínicos.


LAS PRIMERAS EPIDEMIAS DE LA HISTORIA.

URL: www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/bmn/las_primeras_epidemias_de_la_historia.pdf -

Mandujano Sánchez, A., Camarillo Solache, L., Mandujano Mario A. Historia de las epidemias en el México antiguo. Algunos aspectos biológicos y sociales. Revista Casa del Tiempo, UAM, Abril- 2003, México. .


Viesca, Carlos, "Hambruna y epidemia en Anáhuac (1450-1454) en la época de Moctezuma Ilhuicamina", en Florescano E. y M. Elsa (eds.), Ensayos sobre la historia de las epidemias en México, México, Instituto Mexicano del Seguro Social, 1982.

Ocaranza, Fernando, "Las grandes epidemias del siglo XVI", en Ocaranza F. (ed.), Historia de la medicina en México, México, CONACULTA, 1995.